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Jão Paulo

Bernardo Gutiérrez
São Paulo cuenta con la mayor colonia de japoneses fuera de Japón.
São Paulo, Brasil
Fotos de: Bernardo Gutiérrez
Taka Higuchi come churrascos de carne (típica parrillada brasileña) con onigiri (tacos de arroz), ensalada de harussame (macarrones de arroz) y nishimê (bambú con shiitake). Es un apasionado del sumo y un fanático de la canarinha, la selección brasileña de fútbol. Cuando ríe, estalla en carcajadas de ecos tropicales. Pero cuando habla por teléfono en japonés, sus palabras son casi susurros. Taka -sin saberlo - es la máxima expresión del nikkei brasileño. Un hijo de un mestizaje único entre el imperio del sol naciente y Brasil. Y es que el país del carnaval cuenta con la mayor colonia de japoneses fueran de Japón: 1,5 millones de descendientes de nipones. La mayoría, en el estado de São Paulo. Si hasta los años setenta, los nipo-brasileños vivían poco integrados, hoy manda la mezcla. La fusión Japón-Brasil sabe a sakerinha, esa popular caipirinha con sake japonés en lugar de cachaça brasileña. Y el sumo, la lucha de los dioses en la que la leyenda ubica el nacimiento del pueblo japonés, en el Trópico de Capricornio que cercena São Paulo, no tiene la ridigez original. Mujeres mulatas brincan sobre un dohy (ring) como su practicasen capoeira. Aficionados a la samba caen el ritmo del sumo en sótanos oscuros de favelas impronunciables. São Paulo, escogiendo el ángulo, es Jão Paulo. Caminar por las calles de Liberdade es un viaje directo a Oriente. Y aunque en los últimos años muchos chinos y coreanos han llegado al barrio, Japón sigue mandando en Liberdade. Un Japón, eso sí, tropicalizado.Las geishas dominan los graffitis de los muros. El sintoismo y/ o budismo reinan en los templos religiosos (como el Templo Budista Bussinjai). Y los carteles de las calles anuncian clases de Kung Fu, Judo, Karate y Aikido. Un detalle del interior del restaurante japonés Bueno (uno de los mejores de la ciudad) revela un pliegue nuevo de Jão Paulo: una actriz japonesa, Yuca Chan, casi desnunda, en pleno carnaval brasileño. Y más-acá-de-la-foto, el brasileño Waka Yoshinobu Kuroda, un luchador de sumo que llegó a la primera división en Japón, sonríe levemente. Su risa contenida, más oriental que brasileña, equilibra la desaforada alegría de la japonesa que baila samba.

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