La gran Ciudad de México: inmensa, creciente, exorbitante, misteriosa y rotunda. El lugar donde convergen todos los destinos y en dónde uno cree que nuca encontraría alguien por casualidad en el metro. Esta es una Ciudad que finge mantenernos en el anonimato de las masas. En la que puedes andar sin explicar de dónde vienes. En la que nadie te observa. Por la que todos transitan. Y en la que todos te acechan. La Ciudad de México es inconquistable, desconocida, lejana. Aquí  el tiempo se mide de otra forma y transcurre a distintas velocidades. Todos tenemos prisa y vamos 10 minutos tarde. De manera perfecta, coexiste el pasado, el presente y el destiempo. Se jacta de ser la ciudad más grande del mundo, la más poblada, la más compleja, la más completa. La capital mexicana intimida desde el cielo y que crece hacia todas dimensiones; nunca duerme, ni nunca calla, olvida con facilidad y enamora de todas las formas posibles. No se parece a ninguna otra. No es ni romántica –como París-, ni hierática como –Berlín-, ni nostálgica como –Lisboa-, sino todas a la vez. Es romántica en Coyoacán, hierática en Insurgentes y nostálgica en la colonia roma. Es absolutamente irrepetible y maravillosa. Magna. Secreta. En la Ciudad de México, hay lugar para todos y los milagros ocurren en cada esquina. Ésta ciudad es hogar para quien se atreva a conquistarla. Y su mayor paradoja es que siempre, no importa cuántos años hayas pasado en ella, podrás salir un fin de semana a caminar sus calles y volverte extranjero. La gente que aquí habita se tiene miedo entre sí pero se habla, sin conocerse, como si fuesen viejos amigos. Aunque la cotidianidad de la rutina maquilla el palpitar de sus fulgores, siempre encuentra una nueva manera de sorprenderte. La Ciudad de México, es LA GRAN CIUDAD,  se experimenta con todos los sentidos y quienes en ella logran hacerse de un lugar, verdaderamente se han hecho de un lugar en el mundo. Aunque se presenta inquietante e inconmensurable tiene un corazón noble y miles de caminos que seducen.