Otros viajeros

Un lugar. Una playa de arena oscura. La vida en blanco y negro.
Las Peñitas, Nicaragua
Fotos de: Manuel Mestre y Beatriz Bañón
En Las Peñitas, a 20 kms de León, se deja la escala cromática a un lado y se vive en blanco y negro. El gris predomina por encima de todos los colores. La playa de arena oscura es muy peligrosa. Cada año la resaca se lleva mar adentro muchas vidas. Fíjense que el lugar se llama comúnmente “traga cheles” (chele = hombre blanco). Pongan la palabra chele al revés a ver que sale. El pueblo tiene una extensa bahía que queda seca a merced de las corrientes. Las barcas de los pescadores pueblan el lugar y cuando el agua se diluye los chavales aprovechan para usarlo de campo de fútbol. Es un enclave donde parece que el tiempo se ha detenido, donde no hay casi rastro de civilización, el perfecto lugar para desaparecer. La zona conecta con un estuario que rebosa de vida. Destacan las garzas y pelicanos que dominan la costa pacífica. Estas aves de gran tamaño surfean literalmente las olas del mar, rozándolas con sus alas a pocos centímetros. Son capaces de mantenerse en el aire inmóviles hasta que se tiran en picado en la cresta de la ola para capturar su presa.Al atardecer miles de cangrejos ermitaños danzan su baile acuático. No faltó quien agarro su bici al hombro y se metió estuario a dentro con un motivo, para nosotros, desconocido. El tiempo no acompañó demasiado pero tampoco impidió que anduviéramos descalzos por la arena hasta que nos dolieron los arcos de los pies. Aprovechamos también para construir un refugio con palos, desenterrar caras, surfear unas cuantas olas, e hincharnos de pescado; alimento que casi no llega a Matagalpa. Esta vez el elegido fue el pargo blanco, muy parecido a la lubina. Nuestro hostal se llamaba 'Oasis', aunque con lo que llovía y la arena que íbamos arrastrando a la habitación, bien se podía haber llamado “Ciénaga”. Una curiosidad: hemos ido descubriendo diferente fauna en las habitaciones de los hostales baratos que vamos habitando, pero lo que nunca me imaginé fue encontrar un cangrejo en la cortina. Observen su cara de asustado al vernos. ¿Les ha pasado a ustedes?   Manuel Mestre y Beatriz Bañón son dos viajeros cumpliendo un sueño que relatan en su blog.

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