Otros viajeros

0

Tapón de Darién

Manuel Mestre y Beatriz Bañón
Cruzar de Panamá a Colombia no es tarea fácil. Este es un viaje por mar...
Darién, Panamá
Fotos de: Manuel Mestre y Beatriz Bañón
Darién en lengua embera significa "donde se esconde el sol". El tapón de Darién es un sistema montañoso de selva entre Colombia y Panamá. Único lugar donde se corta la Panamericana. El cruce entre América Central y América del Sur no es fácil. Para entrar en avión a Colombia te piden billete de salida. Las compañías aéreas no te aseguran el rembolso del billete. Para Puerto Obaldía, última ciudad de Panamá de donde salen barcas a Colombia, no había aviones hasta finales de enero. El paso a pie es peligroso por paramilitares y traficantes. Entonces solo nos quedaba la opción por mar. Fuimos al Caribe lugar de lluvia perpetua y gente huraña, a buscar a alguien que nos pasara. Nos encontramos que había un negocio brutal de veleros con parada en San Blas guiri tour. Rondan los 450$ con 5 días de navegación. Encontramos un carguero mucho mas barato y lento que tardaba 5 días solo en llegar a puerto Obaldía, pero su salida se retrasaba cada día porque su carga no llegaba nunca. Finalmente encontramos en la marina de Portobelo, lugar donde llegó Colón, el siguiente anuncio: "Transporte a Colombia, lancha rápida. Nelly" Llamamos y al día siguiente nos fuimos para donde salía la lancha. Dos días esperamos a que se llenara la lancha y mejorara un poco el mar. Bea estaba cagada. El tercer día pusimos el equipaje en bolsas de basura y salimos temprano. Íbamos una pareja de la república Checa, dos americanos que habían llegado hasta allí haciendo autoestop desde las vegas en solo 3 semanas, Tony un catalán, el capitán y su hijo colombianos y nosotros dos. También llevábamos no se cuantos kilos de pollo y salchichas para ir vendiendo en las paradas que hiciéramos. Llovía y las primeras dos horas el mar estaba feo. Surcábamos las olas y caímos a golpes en la siguiente con el remojón incluido. Hubo un momento de pánico cuando se nos pararon los dos motores de 40 caballos y nos quedamos a la deriva en mitad del oleaje. Parece ser que son situaciones bastante comunes. En cuanto llegamos al archipiélago de San Blas la mar cambió a mejor y nos quedamos más tranquilos. Estas islas son alucinantes, la pena es que estén llenas de basura. Arena blanca y cocoteros. Zona de indios kunas donde no rige la ley Panameña solo la kuna. Son celosos de sus costumbres no dejan hacer fotos y además te cobran por todo. Lo tienen bien aprendido. Entre sus leyes está que un extranjero tiene que pagar una multa de 30.000$ si se lía con una mujer kuna. La primera noche pusimos la tienda en una isla llamada Narganá. Al día siguiente paramos en la que bautizamos la isla maldita. A uno de los americanos le dio un apretón y tuvo que hacerlo en un callejón. Los kunas le pusieron una multa de 10 dólares, la cagada más cara de su vida. Saliendo los motores rozaron con un arrecife y nos quedamos solo con uno el resto del viaje. Atracamos en Puerto Obaldía ya de noche mientras un grupo de militares nos miraban los pasaportes y los perros las mochilas. Nos dio igual, ya casi habíamos llegado a Colombia. A la mañana siguiente por fin llegamos a Capurganá primer pueblo de Colombia. Es increíble como cambia tanto el carácter de la gente de un país a otro. Los colombianos nos recibieron con los brazos abiertos, sonrisas y ganas de rumba. Esa noche nos reímos mucho de lo que había sido el viaje y nos despedimos de los demás viajeros. Pasamos unos días en San Pancho, lugar idílico en la selva del chocó. Monos, iguanas, tucanes y perezosos rondaban nuestra cabaña. Sitio mágico de verdad. Ahora estamos en Cartagena de Indias, pero eso es otra historia diferente. Manuel Mestre y Beatriz Bañón son dos viajeros cumpliendo un sueño que relatan en su blog.

© Casa de América, 2024