Otros viajeros

Aterrizamos en Guatemala y nos vamos directos a una antigua urbe maya. ¿Adivinal a cuál?...
Tikal, Guatemala
Fotos de: Manuel Mestre y Beatriz Bañón
Llegamos a Flores con Mario desde Palenque, después de dos vans y un taxi. La frontera la cruzamos a pie entre polvo, calor, el cadáver de una tarántula gigante y risas; por la mitad de lo que nos pedían en un tour organizado. La recompensa en Guatemala fue una gallo bien fresquita. Flores es una pequeñísima isla en el lago del Petén. 6 x 4 calles solamente. Aquí el agua es casi plata, brilla y refleja de una manera espectral. El calor es sofocante pero este agua del lago no sirve para refrescarse; está para que solo le tengas que añadir unos pocos de fideos. Campamento base para quien hace la visita a las ruinas de Tikal. Para nosotros, además de esto, fue cuna del reggae pues disfrutamos de un concierto (señor Juan) y de un festival popular en un pueblito cercano con bandas de Guatemala, Belice y México. La gente por momentos mas que mirando al escenario, se partía el cuello en nuestra dirección sin poder entender que hacían allí esos gringos. Respecto a las ruinas, existen leyendas de una gigantesta urbe maya que se creó cuando se abandonó Tikal. Dicen que esta gran ciudad podría ser el Mirador, a 8 km de la frontera de México. Son 3 días de viaje con lodo por el pescuezo, abriendo selva a machetazos. Nosotros no nos sentimos tan exploradores y nos conformamos con Tikal. Llegamos al parque para ver el amanecer. Entre una densa niebla la jungla despierta lentamente con su variedad de sonidos. Todavía no aprieta el calor húmedo y asfixiante, por lo que se puede caminar. La verdad es que si comparamos con Copán y Palenque, Tikal es mucho mas grande e impresionante sobre todo porque para ir de templo a templo tienes senderos de media hora por mitad de la jungla. Esta experiencia no te la ofrece ninguno de los otros dos. Vimos bichos de todos los tamaños colores y formas, monos, pavos, una especie de hámster evolucionado y multitud de aves. Además, al ser tan grande no te cruzas con nadie y tienes la sensación de que el lugar es prácticamente para ti. La ciudad se creó en torno al 700 a.C. y en el 250 d.C. ya era una urbe de importante carácter religioso, cultural y comercial. Llegó a alcanzar mas de 100.000 pobladores. La técnica de guerra, algo novedoso en la época, era la de rodear a los enemigos y atacarles con cerbatanas. Fueron sometidos con sus mismas técnicas por el imperio caracol de Belice. Los lugares son espectaculares, la parte de la guerra de las galaxias de los iwoks se rodó aquí. Los templos sobresalen de la selva y están perfectamente alineados entre si. Al único que se puede subir es al 4. Desde aquí las vistas son increíbles. Por lugares así es por lo que estamos haciendo este viaje. Los monos ahulladores parecía que se devoraban a lo lejos mientras nosotros observábamos por encima de la jungla, las pirámides y el horizonte. Un momento único para disfrutar.También estuvimos en una ceremonia maya, donde no se paran de fumar puros y se queman velas de diferentes colores. Algo muy diferente a lo que venimos viendo. Una anécdota graciosa. Sin querer confesarnos su nacionalidad, nos contaron que hubo un ex combatiente de la guerra del Vietnam (está claro, ¿no?) que se había perdido 7 días en el parque sobreviviendo a base de la fruta que comían los monos. Dicen que lo encontraron a 60 kms alejado del camino, completamente desorientado y llamando a un tal Charly... Manuel Mestre y Beatriz Bañón son dos viajeros cumpliendo un sueño que relatan en su blog.  

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