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Semana Santa en América Latina, una tradición también musical

Semana Santa en América Latina, una tradición también musical

La Semana Santa se celebra en América Latina con gran devoción y pasión. Junto a la Navidad, es la fiesta religiosa más importante del año. Por ello, para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, los latinoamericanos realizan diversos actos durante la semana.

Una parte fundamental de esta festividad religiosa es la música. Muchos de los actos litúrgicos y de las procesiones propias de la Semana Santa están acompañadas de música. Normalmente, son unas melodías que ambientan las ceremonias y acompañan a los feligreses para reflexionar sobre la muerte y resurrección de Cristo.

Los orígenes de la música en Semana Santa se remontan a la Edad Media cuando los cantos gregorianos comenzaron a utilizarse en las celebraciones litúrgicas. Con el paso de los siglos, fue evolucionando y surgieron otros estilos. Por ejemplo, en España, las saetas son el acompañamiento musical principal de la mayoría de las procesiones. En América Latina, en países como Guatemala, México o Colombia, el carácter musical de esta festividad se ha visto enriquecido por el desarrollo de géneros musicales propios.

Las marchas fúnebres también son una música reconocida en esta época del año. Tienen su origen en Italia durante el siglo XVI y se fueron extendiendo por todo el mundo. En la región centroamericana llegaron con fuerza a Guatemala, donde fueron declaradas patrimonio intangible del país. Estas son una alabanza a Jesús y a la Virgen a través de la música. Una de las marchas más conocidas es La Fosa de Santiago Coronado, quien la escribió después de soñar que la imagen de Jesús de la Merced no estaba en su capilla hasta que se empezó a iluminar toda la Iglesia y salió poco a poco de un foso la imagen, de ahí que Coronado titulara a la marcha fúnebre que compuso “La Fosa”. Otros autores guatemaltecos reconocidos por sus composiciones de este género son Mónico de León y Julia Quiñónez

La cercanía de Guatemala con El Salvador influyó para que surgieran, también, destacados compositores salvadoreños de marchas fúnebres, como José Solano, Pánfilo Gutiérrez o Ciriaco de Jesús Alas, entre otros. Sus composiciones ocasionaron la formación de bandas que interpretan esas melodías durante las ceremonias y procesiones de Semana Santa. 

Cuba vive la Semana Santa a ritmo de salsa

Si hay un lugar en el que la música de Semana Santa destaca por encima de cualquier otro, ese es Cuba. Este país caribeño es la cuna de la salsa, género que como expresión musical enraizado en la vida de los ciudadanos no deja fuera a esta fiesta religiosa. Hay tres canciones de salsa que son un clásico para los caribeños que quieren expresar su fe desde su cultura en esta época del año. El Nazareno de Ismael Rivera es una de las canciones de salsa y de fe más reconocidas. En la década de los 70, Rivera acudió a la procesión del Cristo Negro de Portobelo (Panamá) y salió con la necesidad de contar su experiencia personal movido por la fe a través de una canción.

La canción El Todopoderoso de Héctor Lavoe relata la pasión de Cristo, un episodio de sufrimiento, pero contado con un ritmo muy bailable. Es una muestra de que la salsa y la creencia religiosa se funden en la cultura popular. Richie Ray y Bobby Cruz son dos de los exponentes más emblemáticos de la salsa cristiana. Entre sus canciones destaca Los fariseos que, a diferencia de las canciones anteriores, esta es más como una lección de catequesis cantada.  

En Colombia, en la ciudad de Popayán, además de los actos litúrgicos, tiene lugar un festival internacional de música religiosa. El Festival de Música Sacra, que este año cumple seis décadas, complementa a las procesiones y consiste en conciertos con orquestas, coros y artistas nacionales e internacionales que se unen para celebrar esta festividad religiosa. 

En Chile, las misas del Domingo de Resurrección en la zona rural de El Totoral son animadas por los guitarrones, un instrumento de cuerda pulsada típico del país con forma de guitarra. La música que se toca está a medio camino entre la escritura y la oralidad.
 

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