El destino me llevó a vivir un año en Argentina, y como casi todos los 'gallegos' aterricé en Buenos Aires. La CIUDAD, con mayúsculas, quiero que sea mi punto de partida de varios post en los que os mostraré aspectos más y menos conocidos de Argentina, un país del que cuesta irse. Buenos Aires te recibe con los brazos abiertos, pero su fuerza atrapa y asusta a partes iguales. Lejos de las fachadas de chapa y colores, decorados para el turista que copan las postales, las azoteas se suceden en un mar interminable, los graffitis salen a tu paso al torcer la esquina, las banderas muestran el orgullo de ser argentino en las jugueterías, y los bonaerenses pasan horas interminables frente a un café. Las pizzas también son un eje central de la vida capitalina. ¿Quién puede vivir sin una de mozza? Hacen falta fuerzas para disfrutar de todo lo que ofrece BAires, de su vida cultural, de la política a pie de calle, de su nostalgia por lo que fue, por lo que pudo ser y de la que yo tengo ahora por volver.