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Iguazú

Las cataratas engullen todo lo demás con su fuerza, pero en la selva hay muchos más prodigios...
Iguazú (Misiones, Argentina/Brasil)
Fotos de: Fernando Álvarez
'Poor Niágara' dijo la primera dama de EEUU Eleanor Roosevelt (según la rumorología) al ver las cataratas de Iguazú, y no es para menos. Destino obligado de todo viaje en general (y de novios en particular) que pase por Argentina, ni siquiera el turismo masivo hace que los famosos saltos de agua pierdan un ápice de su esplendor. Su fuerza, las toneladas de agua que rompen el silencio mientras caen al vacío... Tanta belleza es indescriptible y mucho me temo que mis fotos no hacen justicia a lo que allí vi, viví y sentí.  Pero la magia del agua hace que muchos pasen por Iguazú como si de un parque temático se tratara (con lancha ahoga incautos incluida), perdiéndose los otros secretos que esconde la selva misionera que antaño fue hogar de los guaraníes. Árboles milenarios, animales que se asoman a los senderos para dejar claro quiénes son los intrusos, un sanatorio devorado por la vegetación y la humedad en medio de la nada, mariposas que buscan la sal en otros cuerpos, restos de tiempos pasados... Instantes, momentos, luces y sombras que el rugido del agua amenaza con devorar.

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