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Por Uruguay en Candombe y Murga

Mario Daniel Villagra
Música y arte a través de dos géneros que se exportan desde Uruguay al mundo
Uruguay
Fotos de: Mario Daniel Villagra

Antes de que se conforme la República Oriental del Uruguay ya había prácticas relacionadas con lo que hoy llamamos musical y que eran verdaderas formas de vida, de resistencia: el Candombe, principalmente, y luego la Murga. En la actualidad, estos dos géneros se exportan al mundo. Hermanas que nacieron en la ciudad de Montevideo, la capital, con sus diferencias y similitudes, hoy son parte de un país comprendido por tres millones de habitantes, sus diecinueve departamentos y su diáspora. Especial para Casa América, hablamos con Ney Peraza; Gustavo “Moroko” Fernández; Ferna Núñez; Pablo Martínez Ferrari y Ronald Arismendi, músicos y artistas uruguayos, para que nos lleven, en primera persona, por dichos géneros. Antes de presentar el contenido de las entrevistas, daremos un panorama de ambos géneros. De manera que el lector pueda tener nociones sobre lo que se abordará en las conversaciones con las personas nombras en el párrafo anterior.  El Candombe El Candombe tiene dos escenarios de visibilidad que son las comparsas, principalmente, y las llamadas; es tambores, canto y danza. Caminando, de boca en boca, de mano en mano, entre maderas, palos y lonjas de cuero se ha perpetrado, para que hoy, de hecho, sea considerado por la UNESCO como un Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En relación, vale decir, según la resolución de las Organización de las Naciones Unidas, actualmente estamos viviendo el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024), por el reconocimiento, la justicia y el desarrollo. El primer censo de Montevideo, 1805, da un tercio de población negra. Según músicos e historiados, a pesar de las prohibiciones, luego de la abolición de la esclavitud (1842), pero ya desde la época colonial, los toques tradicionales son: el de Barrio Sur, que se asocia con el nombre de la calle Cuareim; el de Barrio Palermo, asociado con la calle Ansina; y el toque Cordón, de la calle Gaboto, verdaderos núcleos simbólicos en Montevideo. Ahora bien, durante el Carnaval, el punto de encuentro, y de competencia, es en la calle Isla de Flores. Allí se alzan los fuegos para atemperar las lonjas del instrumento y dar inicio a la llamada, y el desfile de sus bailarinas, bastoneros, banderas y personajes típicos: el gramillero y la mama vieja, símbolo de madurez y sabiduría de la comunidad.     En Uruguay, sus orígenes se remontan al puerto de Montevideo, donde seres humanos en condiciones esclavizadas se comunicaban a través de la llamada, o toque, del tambor. Con el tiempo, ese toque a los tambores fue tomando forma hasta llegar a convertirse en Piano, Chico y Repique; verdaderos instrumentos musicales que, a partir de 1960, fueron conviviendo con otros instrumentos musicales tales como el piano de cola, la guitarra, el bajo o los instrumentos de viento; y que, de hecho, conviven con otras expresiones artísticas como la Canción y la Danza. La Murga Sin ánimos de simplificar, podríamos de decir que la Murga se trata de un canto coral de entre 13 y 18 personas, con diferentes tonalidades, donde se mixtura el teatro, la vestimenta y la sátira sobre la realidad, en el contrafactum.  Se trata de una manera de componer canciones, mediante una melodía ya existente, conocida por el público, donde se le cambia el texto, vertiendo, de esta manera, opiniones sobre la actualidad del barrio, del país y, por qué no, del mundo. Todo sobre la base de la percusión, o batería, compuesta por Bombo, Platillos y Redoblante. Durante cuarenta días que dura el carnaval en Uruguay, las murgas pueden llegar a hacer 13 tablados; escenarios en clubes de barrios, improvisados o sofisticados, donde la gente apoya cuan si fuera una hinchada. La estructura de un evento de Murga se compone de una presentación o saludo al barrio; los cuplés, que son fotografías musicales, cuadros humorísticos, caricaturas sociales y, después, la retirada, una canción donde la murga se despide cantando sobre un tema en particular.  En la historia musical, y en relación con el candombe, el nombre Eduardo Mateo marca un antes y un después; los hermanos Fattoruso; Rubén Rada; Fernando Cabrera; Jorge Drexler, por nombrar algunos de los exponentes de la música uruguaya, podrían dar fe de lo que digo, como tantos y tantas. En cuanto a la Murga, Jaime Roos será quien populariza, exporta y otorga profesionalismo a la Murga Canción, como una variación de la Murga de Tablado. En esta oportunidad, acercaremos algunos testimonios de músicos y artistas uruguayos que viven, desde hace años, por identificación o por herencia, atravesador por el candombe y la murga. De lo individual a lo plural Ney Peraza(1961) es musico compositor e integra un reconocido proyecto musical llamado “Mateo por seis”, en relación con Eduardo Mateo, al cual ya mencionamos. Él nos decía “No soy de cultura murguera ni candombera de origen o por herencia. Mi familia tiraba para lo folclórico. Recién empecé a descubrir esos géneros en la adolescencia y me marcaron. Yo asumí que era músico a los 24 años. La murga y el candombe me llegaron 10 años antes.  Yo creo que para alguien que se crió en el Barrio Sur (uno de los barrios más antiguos de Montevideo) o que su padre salía en una murga y se comió cientos de ensayos desde niño, le debe resultar muy natural componer desde esos géneros. Para muchos otros músicos el acercamiento fue más intelectual que vivencial”, respecto a cómo vive la experiencia del candombe y la murga como un musico de su país.      En cuanto al parentesco entre el candombe y la murga, argumentaba que “son dos géneros hermanos, que tienen 100 años de convivencia en una misma ciudad pequeña y ambos ligados a sectores de bajos ingresos. Sin embargo, tienen poco en común. El candombe por muchos años fue una cultura remitida a la cultura afro de Montevideo, básicamente a los Barrios Sur y Palermo.  (actualmente se ha extendido a todos los barrios, pueblos y ciudades del interior y en Argentina), y fue siempre más una cultura de calle. La murga es más heterogénea en su composición cultural y social y está más ligada a los tablados y lugares de ensayo que a la calle. Musicalmente lo afro en la murga se manifiesta más en la batería. Lo coral y actoral es más de origen español y tano. Ambos géneros tienen en común el ser un fenómeno social que aglomera mucha gente alrededor y que cobra sentido en lo plural. Ni la murga ni el candombe se pueden hacer individualmente. Tal vez esto explique, en parte, el fenómeno de expansión de ambos géneros en todo el Uruguay y en Argentina, donde no abundan los géneros musicales que impliquen a un montón de gente. Y a la gente le gusta juntarse”, como una definición de alguien que lleva alrededor de cuatro décadas gestando dentro del movimiento cultural de Uruguay. Conocido como Gustavo “Moroko” Fernández, vive en Salto, Uruguay, una ciudad limítrofe con Argentina, e integra la Comparsa Tunguele. Para él “hacer candombe es hacer un tributo a mis antepasados y ocupa un lugar muy importante en mi vida, ya que vengo de familia candombera. Yo al candombe lo vivo diferente, quizás, que otras personas, ya que es afro uruguayo, y viene de familia. Es algo muy fuerte, es algo muy lindo y no se compara con otras cosas. En una comparsa todos cinchan para el mismo lado, con el objetivo de dar lo mejor hacia la gente, hacia la sociedad en común para que el candombe crezca más, que se conozca más, que tenga más relevancia. Y en la comparsa hay que trabajar muy duro, para hacer detalles y cosas como el traje, etc.”, dándonos su testimoniosiendo uno de los bailarines de la formación.     Además, dialogamos con “Ferna” Nuñez, hijo del fabricante de tambores y legendario Lobo Nuñez, ambos músicos, sobre cómo vive el hecho de ser parte de una familia reconocida del ambiente del candombe. “Formar parte de mi familia lo tomo como algo particular y a la vez natural. Desde muy pequeño he estado vinculado con todo lo que tiene que ver con el candombe por este hecho. También es un gran legado que llevo con responsabilidad, tratando de transmitir nuestra cultura, así como a mí me han enseñado. Siempre me sentí apasionado por conocer y estudiar la historia de nuestro legado cultural. Saber que mi familia ha estado vinculada al candombe desde sus inicios es un gran orgullo”, nos decía. En ese sentido, no escapamos a un punto que ya han desarrollado Chabela Ramirez y Sergio Ortuño, dos referentes de la cultura afro del candombe, y es el hecho de la controversia que existe entre la comparsa y las llamadas como competencia; Núñez nos decía: “Con respecto a las comparsas de hoy en día, creo que se encuentran en un dilema: presentarse como grupos folclóricos y, a la vez, estar enmarcados en una competencia que les exige realizar cambios o innovaciones para ser distintas entre sí. Esto lleva a que aspectos tan importantes en un grupo folclórico, como lo es el atuendo, se trasforme en vestuario; el atuendo es típico, como puede ser el de cualquier grupo folclórico, representa una época o una concepción colectiva que se debe mantener; el vestuario es todo lo contrario, se puede transformar en lo que sea. En eso están la mayoría de las comparsas. Lo mismo pasa con la musicalidad del toque; las comparsas de hoy en día prefieren enfocarse para dar un espectáculo de arreglos percusivos para un sector del público y el jurado principalmente. Estos cambios, a modo de ejemplo, contribuyen a que la mayoría de las comparsas ya no representan a lo que entiendo por nuestro folclore. Si no, más bien, a algo que toma aspectos de eso, pero se está transformando en otra cosa que nadie sabe muy bien para dónde va”, como una manera contundente de dar su visión de la actualidad del género. Por último, Ferna Núñez, quien con Diego Paredes y Noé Nuñez acompañan a grupos musicales como La Calenda Beat y Suena Candombe, nos habló de los aspectos que guarda el candombe a la hora de salir en la calle o arriba de un escenario: “Si bien el lenguaje del Candombe es el mismo a la hora de participar de un espectáculo, interactuando con otros instrumentos, hay algunos parámetros que se deben manejar de manera más sutil. Ahí, inclusive el micrófono se trasforma en parte misma del tambor; hay que escuchar y respetar los arreglos musicales e, inclusive, al cantante para no desentonar. En la calle lo que se vive es más desestructurado y, a la vez, agresivo. Uno entra en un estado de comunión con los demás tocadores y, muchas veces, si la cuerda (grupo de tambores) viene bien, se vive momentos de conexión espiritual”, dando un cierre a esta parte, con un musico que ha acompañado, entre otros, al ya mencionado Hugo Fattoruso. Por su parte, Pablo Martínez Ferrari, el cual a participado en la puesta en escena, vestuarios y letras de diferentes Murgas, tanto en Uruguay como en Argentina, nos cuenta que la Murga llega a su vida “de la mano de la infancia. Llega como juego nocturno y agrupaba a los mismos niños luego del fútbol; cambiábamos la pelota y los arcos por unas latas de dulce de batata y baldes de pintura, que, con nylon grueso, oficiaban de bombo, platillo y redoblante. La murga llega a mi vida --lo descubrí tiempo después--, saliendo de los años de la dictadura militar, 1986. Llega de la mano de murguistas que para mí eran gigantes de cara pintada, de vozarrones potentes que despeinaban a quien se pusiera enfrente. Jugábamos a cantar el repertorio de la murga que obtenían los primeros premios de esos años… Era fácil recordar cada letra, cada personaje, cada estribillo de protesta: Cuando esta murga/extiende sus alas/Sobre un escenario/Alegremente palpita/Y despierta la conciencia/Claramente cantando/firmemente expresando/Con sus versos mal rimados /unitarios y sinceros/Porque creemos en la gente/Porque apenas si podemos/Decir que estamos y vamos/Nuestros cantares no llevan/Hacia una propuesta nueva/Estamos creciendo juntos/Estamos creciendo juntos, recuerdo que decía Murga la Jaque mate, en 1987, en Salto, Uruguay”, nos recuerda Pablo desde donde es. Al mismo tiempo, nos dice que “hay muchos lugares comunes para definir a La Murga. A mí me gusta decir que es un proceso creativo complejo, donde intervienen variadas disciplinas artísticas, siendo la Murga el lugar que permite que las personas del pueblo logren hacer arte colectivo. De otra manera el acceso en el Uruguay al arte sigue siendo elitista y selectivo. El género Murga Estilo Uruguayo es decidor, y es, sobre todo, profundamente popular, actual y de un nivel artístico muchas veces sorprendente. Alguien por ahí dijo que, si queremos conocer la historia del Uruguay, año por año, nos bastaría con escuchar un repertorio murguero”, haciendo alusión a la definición, algo así como el gentilicio de quien hace murga. Por su parte, Ronald Arismendi es músico, percusionista de Murga. Subió por primera vez a un tablado en 1975. Pero confiesa que tocaba desde chico, con lo que tuviese al alcance de sus manos: la mesa, la lata, la heladera, hasta el día de hoy, donde los palillos forman parte de una extensión de su cuerpo. Para él, la murga es un modo de vivir y el carnaval se marchará con él. Fue musico de legendarios de la música uruguaya como Jaime Roos, Rubén Rada o Los Olimareños; participó en una decena de murgas, y también impartió tallares, “abriendo puertas”, como él dice. Su primer tambor, de verdad, fue a los 16 años. Le preguntamos acerca de la relación entre el candombe y la murga y nos dijo que “sí, existe. De hecho, hay un ritmo llamado candombeado que junto a la marcha de camión son los ritmos originales de la murga. El candombeado nació después de la marcha de camión. No tiene una fecha exacta de nacimiento ni quienes fueron sus creadores. Mi opinión es que fue creada en las fiestas tradicionales cuando se iban a homenajear a los barrios de la Ciudad Vieja y Sur y Palermo. En los cruces de las baterías de candombe y murga, para no distorsionar el ritmo, la batería de murga se funcionaba con la de candombe, y eso fue creando este ritmo. También al participar en la batería de murga percusionista de cultura negra le dieron la tónica del candombe”, resumiéndonos años y años de historia en siete líneas.      Si Ronald Arismendi nos tuviera que presentar, diría que “El carnaval en el Uruguay, para su población siempre fue muy importante y muy celebrada. Tiene una tradición desde los comienzos de su fundación. Los primeros pobladores festejaban dicha fiesta y fue pasada de generación en generación. En la época actual la duración es de 40 días entre presentaciones por escenarios barriales y concurso oficial de agrupaciones de carnaval. Los grupos ensayan entre 5 y 8 meses para presentar sus espectáculos. Son seguidos por miles de espectadores a lo largo de sus presentaciones. Está comprobado que va más gente al carnaval que al fútbol, que es otra pasión del uruguayo. Es trasmitido por televisión en directo y para todo el mundo por cable al igual que por radios.  La murga dentro de ese contexto es el género principal y tiene mucho más grupo participando que otras categorías (Humoristas, Parodias, Comparsas y Revistas). También es la que hace más escenarios, y sus ensayos son seguidos todas las noches por cientos de personas. La gente se ve reflejada con sus textos y es el reflejo fiel de su pueblo. En sus comienzos sobre todo era muy montevideano y ya hace unas cuantas décadas lo tomó todo el Uruguay. Y lo lleva en sus genes. Es tan trascendente que cruzó fronteras juntos con los uruguayos desperdigados por el mundo y se va conociendo y lo van tomando otras poblaciones. Eso lo va haciendo de a poco una universidad. Las murgas hacen giras extensas por toda Argentina y viajan a Europa, USA, Asia y Australia. Con muy buena recepción de los espectadores”, como una invitación a visitar la República Oriental del Uruguay. En particular, al ritmo del estos dos géneros que, para Casa de América, quisimos presentar y recorrer.  Vídeos En el Parque Rodó, Uruguay tiene una cuerda de Candombe donde los tambores son tocados por mujeres. Aquella noche, la luna descendente no bajó la intensidad. Sonaron eléctricas. Cada una multiplicada por cuatro, enchufadas, eran La Melaza. La Melaza se conformó en torno al 8 de marzo, día internacional de la mujer, en 2005. Ensayo Comparsa de Candombe La Melaza, Araca la Cana es una murga emblema de Uruguay. Su origen data de 1941​, fundadapor los "canillitas" (vendedores ambulantes de diarios) del Paso del Molino (barrio proletario del oeste de Montevideo). Murga Araca La Cana, Compañera Más sobre el autor en: El Blog de Villa

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