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Segunda parte de Caracas: ciudad de furia, ciudad de calma

Mirelis Morales
Mirelis Morales nos sigue descubriendo aspectos ocultos de su ciudad, la capital de Venezuela.
Caracas, Venezuela
Fotos de: Carlos "Caque" Armas, Jesús Soto
Vivirla es conocer todas sus caras. Es pasearse por las calles del municipio Chacao, zona comercial y empresarial de la capital. Sentarse en la Plaza Francia (conocida como Plaza Altamira) y disfrutar de la visual que brinda el Obelisco con el Ávila de fondo. Buscar algún café o restaurante por los alrededores y degustar lo que le apetezca, desde comida criolla, italiana, japonesa, hasta peruana o mediterránea. Y nada como cerrar la noche en los bares que se han instalado en las azoteas de algunos hoteles con una vista privilegiada. Vivirla es montarse en el Metro de Caracas y viajar hacia el casco central para imbuirse en el caos de autobuses, de peatones, de comerciantes informales y, sobre todo, de mototaxistas. La precaución debe ser la regla de esta visita. Pero es imposible obviarla. El centro concentra las sedes del poder: el edificio de la Asamblea Nacional, el Palacio de Miraflores. Acoge a la Plaza Bolívar, la Catedral, el Museo Sacro, las Torres del Silencio y la Plaza de los Museos, donde se encuentra el Museo de Bellas Artes, el Museo de Ciencias y un poco más allá el Museo de Arte Contemporáneo. Será un encuentro frontal con la politización de una ciudad. Verla desde lo alto del Parque El Calvario nos permite distanciarnos y llevarnos la esencia más genuina de la caraqueñidad.  

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