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Un paseo por la ciudad de Oaxaca

Julie Sopetrán
Uno de lugares preciosos es Teotitlán del Valle, asiento de los primeros pobladores zapotecas
Oazaca, México
Fotos de: Julie Sopetrán
Nada más llegar a Oaxaca de Juárez sentí en mi rostro la caricia de un clima delicioso. Su media de temperatura oscila en los 18 grados en los meses más fríos y unos 23 grados en los meses más calientes, está a una altura de 1550 metros sobre el nivel del mar. Me llamó la atención la piedra verde de sus edificios. La amabilidad de sus gentes. Las iglesias, conventos y palacios y su primorosa arquitectura. Una de sus fiestas más hermosas es La Guelaguetza, música, baile, canto, tradición... Partiendo del centro histórico, del Zócalo y la Alameda, me adentro en los grandes Portales, y ya me siento integrada en la ciudad. Allí la gente se reúne, charla, toma café, va y viene constantemente y su contemplación llena todo mi espacio. Los árboles de la Alameda de León, sonríen y abrazan al oaxaqueño y al turista. Su vejez refresca los pasos y su belleza invita al descanso. A Oaxaca la llaman la Verde Antequera, debido a que la mayor parte de sus edificaciones son de verde cantera. Esta Alameda formó parte del mercado de la ciudad donde se podían apreciar piezas de cerámica negra de Coyotepec, también la loza verde y vidriada de Atzompa, así como la cerámica roja, que era la preferida para el uso diario, por ello antes se llama a este lugar la "Plaza de cántaros" debido a la riqueza de su cerámica. Esta ciudad fue fundada por el emperador azteca Ahuizotl, por el año de 1486, sus guerreros se instalaron en el Cerro de Bellavista, al que los nahuas llamaron Ehécatl, dios del viento. Hoy se conoce este lugar como el Cerro del Fortín. Desde este lugar se divisa todo el valle donde se encuentra la ciudad de Oaxaca. Su primer nombre fue Antequera en 1532, nombre otorgado por el rey Carlos I de España con el título de "muy noble y leal ciudad". Fue en 1821 cuando se la llamó Oaxaca que en náhuatl quiere decir "en la raíz de los huajes". Huaje es una planta forrajera leguminosa de tipo arbustivo que en forma natural abunda en estos lugares y es buena para el ganado, es muy digestible con un alto porcentaje de proteína. También es un árbol que puede crecer hasta diez metros de altura, el tronco derecho con las ramas ascendentes y la copa redondeada. La corteza de este árbol es lisa de color gris oscuro. Yendo hacia el oeste de la ciudad nos encontramos con la Catedral, sede de la época colonial. Los primeros religiosos que se establecieron fueron los dominicos, los que comenzaron su evangelización a los indios y para protegerlos de los abusos de los conquistadores, convencieron a los vecinos para solicitar la instalación de un obispado. Se obtuvo la bula el 21 de Junio de 1535 y el primer obispo fue el dominico Juan López de Zárate. Se realizaron varias construcciones, debido a los terremotos y por fin en 1740 se terminó la magnífica portada. Fue declarada monumento histórico el 4 de mayo de 1933. Al ser Oaxaca una zona sísmica esta Cate Cortés mandó a sus soldados que fundaran una villa en Tututepec, porque había mucho oro en ese lugar, pero los soldados lo desobedecieron y se fueron al Valle de Oaxaca, porque el clima era más agradable. Fue así como los españoles fundaron Segura de la Frontera, en lo que actualmente es Oaxaca de Juárez. Pero esto era una rebeldía y tendrían que luchar contra Cortés y también contra el virreinato. Fueron varios los que se hicieron con el primer gobierno entre ellos, Hernando de Badajoz, Pedro de Alvarado, Juan Núñez de Mercado y Juan Peláez de Berrio. Llama la atención de la Catedral, su portada, decorada con follajes labrados en piedra, sus relieves escultóricos, representan la Asunción de la Virgen coronada por la Santísima Trinidad y también el Santísimo Sacramento protegido por un palio sostenido por ángeles. En su interior, admiro sus bóvedas que cubren la nave central y las de medio cañón, las pilastras, los muros, el coro con su sillería espectacular, el órgano, el altar mayor y una colección de pinturas de principios del siglo XVIII, que me parecieron un auténtico tesoro. Pude contemplar un lienzo de 1720, Anónimo, que representa a San Cristóbal, entre otras bellezas de gran valor pertenecientes al siglo XIX. Yendo por el costado sur de la Catedral, cruzando por la calle de Hidalgo, se llega a la Plaza de la Constitución que normalmente se la conoce como el Zócalo, de allí no quieres salir, es un lugar de esparcimiento donde la gente pasea, la familia disfruta del entorno, y se puede comer en cualquiera de los muchos restaurantes que la circundan. Hay también hoteles, tienditas de artesanía, cafés al aire libre, puestos para comprar huipiles, vendedores de globos de colores... En la tarde todo está lleno de gente que platica, disfruta, discute, come y se divierte. Sin sentir la experiencia de esta Plaza, nadie puede decir que ha estado en Oaxaca. Es no sólo el centro de la vida pública, cultural, política y social, sino que es el lugar idóneo para manifestarse, para cantar y para recitar poemas de los poetas populares oaxaqueños. No podemos dejar de lado el kiosco central, a imitación francesa, para los conciertos nocturnos y las bandas militares o para las audiciones de la Banda de Música del estado. Nos detengamos un rato en el Palacio de Gobierno, con estilo de renacimiento francés e italiano, con sus columnas dóricas y sus 19 arcos de medio punto, sosteniendo estos arcos hay 16 pares de columnas con base cuadrada y capitel dórico en cantera amarilla, y así en el segundo piso que tiene 14 ventanales, con sus correspondientes balcones de hierro forjado y artísticos dibujos podemos imaginar la grandiosidad del edificio. Este lugar, es el centro político del estado, que en su momento albergó al cura Morelos, al inmortal Benito Juárez y a Don Porfirio Díaz. Espectacular es la Sala de los Gobernadores, situada en el conjunto norte del Palacio, con sus dos grandes ventanales que muestran una magnífica perspectiva de la Catedral, la Alameda, los Portales y el Zócalo. Desde allí, los gobernadores arengan a la multitud. He de destacar la lámpara de araña de cristal cortado que adorna el interior y también las pinturas de todos los gobernadores oaxaqueños a partir de Benito Juárez. Pero si algo llama la atención de este Palacio, es sin lugar a duda, el mural, realizado por Arturo García Bustos, basado en Oaxaca en la historia y el mito, que evoca la grandeza sin par de este lugar y su lucha por la libertad. También podemos admirar a frailes, virreyes, cortesanas e indios oprimidos, encomenderos y señorones. Mujeres que evocan las velas istmeñas, la Sandunga y la Llorona, a Sor Juana Inés de la Cruz, la cabeza romántica de Donají y el trabajo de la recolección de la grana cochinilla, el trabajo de los orfebres... Todo está magníficamente representado en este mural. Al lado poniente, en otro mural, podemos contemplar la historia del mundo precolombino, es la época en que los hombres eran dioses. Pero no podemos irnos de Oaxaca sin visitar los mercados, caminando a una cuadra, al sur del Palacio de Gobierno, había dos mercados centrales, más o menos un kilómetro cuadrado del centro de la capital, era ocupado por mercaderes de todas las regiones del estado, exhibiendo los más variados productos. Olores, colores, gente, variedad de cosas, artesanías, verduras, frutas tropicales, cestería, pescados, mariscos, cerámica, huaraches de Yalalag, y todo lo imaginable hecho en México. Esos mercados siguen existiendo en el centro, en el Benito Juárez Maza, se venden ropas, artesanía textil y la que le da fama a la cuchillería oaxaqueña, al cuero, jarciería y sombreros. Exquisitos los chocolates, el quesillo, los chapulines y las famosas agüitas de Casilda, la horchatera. Junto al Templo de San Juan de Dios, existe otro mercado de comida oaxaqueña, allí se preparan los mejores platillos y viandas tradicionales, moles, caldillo de nopalitos o las famosas enchiladas. Entre los dos mercados destaca la Iglesia de San Juan de Dios, que fue la primera iglesia construida en Oaxaca en tiempos de mixtecos y zapotecos. Al pie de un árbol de huaje se dijo la primera misa el 25 de noviembre de 1521. Podemos visitar varias iglesias, por ejemplo el Templo de San Felipe Neri en el Centro Histórico. En este templo contrajo matrimonio Benito Juárez García con Margarita Maza Parada. Me encantó el retablo del altar mayor, donde se encuentra la Virgen del Patrimonio y en la parte superior, San Felipe Neri. Es una auténtica belleza del churrigueresco mexicano. En el mismo Centro Histórico se encuentra la Iglesia de la Soledad, primero fue ermita, 1529, de San Sebastián, construida por los Dominicos. Ahora es una iglesia majestuosa de 24 metros de altura, primero fue de cantera verde, ahora amarilla. Sus columnas son dóricas, jónicas y salomónicas. Existe junto al templo, un museo religioso. Y también una roca que, según la tradición, colocas el oído y se escucha el ruido del agua que corre como si fuera un río. Y no puedes irte de Oaxaca sin visitar el Museo de Rufino Tamayo, donde puedes admirar piezas prehispánicas de gran valor. O el Museo de Arte Contemporáneo, conocido como la Casa de Cortés, aunque no estuviera allí nada más que de paso. En Oaxaca también hay una calle de Alcalá, entre Morelos y Santo Domingo, donde puedes admirar hermosas casonas coloniales y comprar joyas y artesanías. También puedes tomar un buen café de Pluma Hidalgo... Y de paso, hay que visitar el Exconvento de Santa Catalina de Siena de reminiscencias árabes, también fue cárcel y cine, es un edificio muy bien restaurado, sobrio, recogido, espiritual. Otro lugar que merece la pena visitar es el templo de Santo Domingo de Guzmán, del que ya os he hablado en otros artículos, allí donde me encontré con el dios Cozijo. Su exterior tal vez no dice demasiado, pero en su interior existe la espiritualidad de su Museo Regional de Antropología e Historia de Oaxaca. Donde se exhiben los tesoros hallados en la tumba número 7 de Monte Albán. Se comenzó a construir en 1570. Los recursos eran muy escasos, los frailes dominicos sólo contaban con veinte reales para la edificación y terminó costando doce millones de pesos oro. Increíble. En este templo, podemos contemplar varios estilos, el gótico, el románico y el arábigo. El barroco exuberante del interior contrasta con la sencillez de la fachada exterior. Pero yo diría que allí está impregnado el espíritu de los dioses. O por lo menos el de los indígenas que consiguieron crear un estilo arquitectónico nuevo. Este templo se terminó en 1666. Oaxaca es una ciudad muy bella así como sus alrededores, como el templo de Tlacochahuaya, que quiere decir "lugar húmedo" donde se puede admirar toda la riqueza del arte más indígena. Destacables son las ruinas de Dainzú. Y las ruinas de Lambityeco, una ciudad que data del 700 a.C. También podemos acercarnos a Santa María de Tule. Famoso es su árbol ahuehuete, con más de dos mil años de vida, se cree que es el árbol más grande del mundo, tiene más de 40 metros de altura, 52 metros de diámetro, 705 metros cúbicos de volumen y un peso aproximado de 509 toneladas, a su sombra, pueden cobijarse más de 500 personas y 30 individuos tomados de la mano, con mucha dificultad abarcan su perímetro. Otros de lugares preciosos es Teotitlán del Valle, asiento de los primeros pobladores zapotecas. En este lugar la artesanía le da renombre con sus antiguos telares de madera, con hilos de lana cardados a mano, pintados con la grana cochinilla de la que ya os he hablado. Famosos son los sarapes y ponchos, alfombras, tapetes, cortinas, vestidos y telas hechas de algodón. Pero uno de los pueblos que me impresionó es Tlaculula, a 27 kilómetros de Oaxaca, me impresionó su mercado, un domingo, cuando todos los pueblos se juntan para el trueque, el tianguis. Rica es la barbacoa de chivo o carnero que se puede degustar durante las horas del mercado Martín González. Allí se puede comprar de todo, incluida la cal viva, esteras, ollas, cántaros, huaraches, frutas, verduras, hierbas aromáticas, ropa de todo tipo y lo más típico de Oaxaca, el mezcal con sus múltiples sabores y variedades. De estos lugares podríamos estar hablando días y noches, de Yagul, Mitla, Tehuantepec, Guie Ngoola, Salina Cruz, Playa Azul, Tlacotepec, Etla, Temascal, Puerto Escondido, Puerto Ángel, Huatulco... Lugares, a los que no sólo hay que ir, también volver. Yo al menos, así lo recomiendo.  

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