cine

Canción de barrio

Canción de barrio

Alejandro Ramírez Anderson

72157667031753461
Proyección de la película Canción de barrio (Silvio Rodríguez en dos años de gira interminable), del cineasta Alejandro Ramírez Anderson. La presentación y el coloquio posterior estará a cargo del director. Cuba, 2014 / 80’ (TP). Dirección: Alejandro Ramírez Anderson. Sinopsis: En 2010 Silvio Rodríguez se presenta en La Corbata, un barrio pobre habanero. Era el comienzo de una ruta que lo llevaría al encuentro del pueblo profundo. Cumplidos dos años de recorrido, la experiencia teje el mapa de una Cuba invisible, cuya complejidad revelará apenas la voz de algunos protagonistas. Ciclo 'Los martes del documental'

El cine documental es uno de los principales valores de las cinematografías de América Latina. Crece cuantitativa y cualitativamente su producción en casi todos los países del continente. Avalados por incuestionables méritos artísticos, los documentales latinoamericanos han generado y continúan generando un potente espacio que propicia la reflexión y el debate tan necesarios en la sociedad actual.

La diversidad de contenidos y, en particular, la pluralidad de los posicionamientos frente a las múltiples y complejas realidades sociales y políticas que abordan una gran parte de los trabajos, despierta cada vez más el interés y reconocimiento de amplios sectores del público y la crítica.

No puede hablarse hoy en el cine documental latinoamericano de tendencias o de movimientos, sino de autores que hacen de la libertad su principal herramienta y que libremente han optado por la no ficción para hablar de todo aquello que les motiva.

Casa de América quiere dar mayor visibilidad al cine de no ficción realizado en Iberoamérica, dentro de la programación que exhibe regularmente en el cine Casa de América, sala Iberia.

Fecha: martes 19 de abril de 2016. Hora: 19.00. Lugar: cine de Casa de América. Sala Iberia. dfty      

Aforo: 90 localidades. Entrada libre hasta completar aforo.

Dirección: Alejandro Ramírez Anderson. Producción: Estudios Ojalá, Producciones CANEK. Productor: Alejandro Ramírez Anderson. Guión: Alejandro Ramírez Anderson. Fotografía: Denise Guerra. Dirección artística: Alejandro Ramírez Anderson. Montaje: Marcos Louit. Sonido: Alejandro Lugo. Música: Silvio Rodríguez.  
Nace en México en 1973. De nacionalidad guatemalteca y residente en Cuba. Director de cine y fotógrafo. Graduado en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte. Como fotógrafo colabora con múltiples revistas y ha documentado varios procesos sociales, ecológicos y antropológicos vinculados a diversas instituciones. Ha realizado dieciséis exposiciones personales y cinco colectivas. Ha colaborado como sonidista (Verde travieso), camarógrafo, asistente de dirección (Mi pequeña Aché) y como director y guionista de Rostro de tres siglos, Arrabal y deMoler, está última ganadora de numerosos premios en diversos eventos nacionales e internacionales. Después de dirigir el documental Monteros (2006), donde se muestran las difíciles condiciones de vida de algunos pobladores de la Ciénaga de Zapata, en la costa sur de Cuba, estrenó los documentales Hombres sobre cubierta (2008) y Una niña, una escuela (2008). Sus últimos trabajos son Canción de barrio (2014) y Tejiendo hilos (2015). Es profesor de Teoría y técnica del Documental en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, del Instituto Superior de Arte.

Una conmovedora canción para el barrio Historias y vidas tras la música de Silvio Rodríguez por barrios habaneros. Por Leonardo Padura Una de las cualidades que distingue al buen arte es la de poseer la doble capacidad de emocionarnos mientras nos hace pensar. Para ser más enfático: tocarnos el corazón al tiempo que nos activa el cerebro. Y eso es lo que ocurre cuando terminan de correr los ochenta minutos del documental Canción de barrio (Silvio Rodríguez en dos años de gira interminable) de Alejandro Ramírez Anderson, un material que, mientras hace la crónica de esos dos primeros años de conciertos del conocido trovador por diferentes barrios de La Habana, nos revela lo que puede considerarse el rostro oculto –u ocultado- de la existencia de unas personas que viven en la capital cubana en condiciones materiales y espirituales de dolorosa penuria. Moviéndose por delante del músico, con él, o siguiendo sus huellas, este joven realizador y fotógrafo, autor además de la producción del documental, se acerca con mirada interesada y abierta a los conflictos, frustraciones, esperanzas, desesperaciones y filosofía de la vida de diversos habitantes de unas zonas en las que la precariedad material impera, para que, con esa voz coral, sincera y desgarrada, tengamos una comprensión más cercana de todo un universo existente, vivo, pero apenas visible a pesar de que forma parte de la ciudad, que en ocasiones está incluso en el corazón de la ciudad que recorre el trovador. No resultó para nada casual que en una entrevista que le realizara Leandro Estupiñán, al hablar sobre la experiencia vivida en su gira por esos lugares “más afectados”, “más humildes” de La Habana, Silvio Rodríguez reconociera que el periplo le había permitido aprender que “la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba. Y bueno, eso es una manera de conectarse con la realidad de tu país, de seguir constatando las cosas como son”… Y el testimonio conmovedor hasta la angustia de esa realidad de gentes “jodidas” nos impacta desde las imágenes, historias y situaciones que con mirada aguda va develando esta obra de arte. Al inicio del documental su protagonista –o su desencadenador-, Silvio Rodríguez, expresa el propósito de su empeño: llevar un poco de arte y cultura a los que, muchas veces por condiciones materiales y espirituales poco propicias, no pueden consumirlo por los canales tradicionales. La selección de los escenarios (los barrios) no resulta entonces arbitraria, sino fruto de una meditada selección. Por ello lo vemos moverse y cantar por barrios emergentes (llega-y-pon) de emigrantes del oriente del país, barrios insalubres, tradicionales barrios marginales, asentamientos de albergados que esperan por años la solución a sus problemas de vivienda, incluso por locaciones del centro de la ciudad o del reparto obrero de Alamar donde se ha instalado, en diversos grados, la precariedad material. La fuerza de las imágenes (en ocasiones de impactante naturalismo), el dramatismo de las opiniones e historias de vida que se van sucediendo, han sido montados en un discurso narrativo de muy bien manejado crescendo dramático al cual la banda sonora, mayoritariamente sostenida sobre las propias canciones de Silvio, le ofrece una segunda y más impactante lectura gracias a esa otra capacidad del arte, la de ilustrar y reflejar la vida incluso con la poesía. Seguramente habrá sectores de la opinión pública y hasta de la institucionalidad cultural que considerarán poco afortunada la realización de un documental (cuya producción corrió a cargo de los Estudios Ojalá y de Producciones Canek) donde se revela de modo descarnado el duro día a día de cientos o miles de cubanos en la propia capital de la república. Tal vez el hecho de que sea una personalidad cultural como Silvio Rodríguez quien desencadena y da relieve a la situación vital de esos cubanos impida que desde esos sectores se le realicen críticas mayores al contenido del producto cultural de Alejandro Ramírez y hasta se programe su exhibición –algo que no ocurrió con una obra de tema parecido, Buscándote Havana, de la joven realizadora Alina Rodríguez. Pero lo cierto es que hasta ahora la presencia pública de Canción de barrio ha estado limitada a solo tres exhibiciones: una premiere en el cine Chaplin, una presentación apenas promocionada en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano (aunque el documental compitió en su categoría) y una última en la Casa de las Américas, en la cual estuvo presente Silvio y algunos de los protagonistas del audiovisual, vecinos de esos barrios “más afectados”. (*) Pero si entre las cualidades del arte está, como queda dicho, la de conmover y hacer pensar, entre sus funciones y posibilidades se halla también la de reflejar una realidad existente en un tiempo y espacio históricos y, por añadidura, tratar de que ese reflejo sea veraz y convocante de sensibilidades (y hasta de responsabilidades): y eso es lo que consigue Canción de barrio (como antes lo logró este realizador con su multipremiado documental deMOLER, de 2004). Y es que la realidad filmada y destacada por el artista existe al margen de su propia voluntad de creador y de ciudadano. Constituye parte de un contexto social, ciertamente más abarcador y complejo, pero no por ello la insistencia en acercarse a un sector donde se revelan unas dolorosas circunstancias humanas y materiales y develar con el arte ese lado oscuro de la sociedad cubana contemporánea puede ni debe considerarse inoportuno ni alarmista. Porque lo inoportuno y alarmante sería, en todo caso, la propia realidad (tan gráficamente definida por Silvio Rodríguez), y la opción de darle la espalda o pretender invisibilizarla, no la hará desaparecer y, por supuesto, no contribuirá a su posible y necesaria superación. Porque –sigo- si bien el arte difícilmente puede cambiar él solo una realidad, su capacidad de concientizarla y magnificarla puede influir sobre la conciencia de sus consumidores y sensibilizarlos, emplazarlos: bien para restañar heridas del pasado mediante la reflexión que se haga sobre lo acontecido, bien para advertir sobre un presente que, como es el caso de Canción de barrio, se muestra como una herida abierta que reclama atención y, en cualquier caso, para mejorar el futuro. De tal modo, marginar ese arte, pretender que no cumpla su acción en nombre de conveniencias o consideraciones extrartísticas, no solo contribuye a dejar impune esa realidad, sino a encallarla, en la memoria y en la cotidianidad: porque la realidad está ahí, terca y persistente, dolorosa e insultante. Y verla reflejada no solo nos puede conmover hasta las lágrimas, sino que debe servir para ayudarnos a ganar conciencia de que urge hacer algo por cambiarla. A la realidad, por supuesto, con la ayuda, incluso, del arte. (*) Cuando terminábamos la edición de este comentario llegó la noticia, mediante una cartelera del ICAIC de que el documental Canción de barrio, tendría una premiere nacional el 15 de enero. Enhorabuena.

2001 Rostros de III siglos 2004 deMOLER 2005 Montaña de luz (codirección) 2005 Permiso a la tierra (Guatemala) 2006 Monteros  2007 Carrusel de cuentos 2007 Las Colmenas (Guatemala) 2008 Hombres sobre cubierta 2008 Una niña, una escuela 2009 La otra piel (Guatemala) 2010 Haití, la apuesta por la vida (Haití-Cuba) 2011 Archivo Lidia Doce 2013 Tierralismo 2014 Resistencia (Costa Rica-Nicaragua-Guatemala-México) 2014 Canción de Barrio 2015 Tejiendo hilos  (Excepto los que detallan el país de realización, están realizados en Cuba)  

© Casa de América, 2024