cine

La vendedora de rosas

Víctor Gaviria

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Proyección de la película La vendedora de rosas, de Víctor Gaviria, dentro del ciclo '20 años de cine iberoamericano'. Dentro de esta muestra, Casa de América presenta veinte grandes películas del cine iberoamericano, exhibidas en su sala de cine a lo largo de las últimas dos décadas y con motivo de su vigésimo aniversario. Colombia 1998 / 115’ / +18 Selección Oficial - Festival de Cannes, 1998. Dirección: Víctor Gaviria. Guión: Víctor Gaviria, Carlos Eduardo Henao, Diana Ospina. Intérpretes: Lady Tabares, Marta Correa, Mileider Gil, Diana Murillo, Liliana Giraldo, Yuli García, Alex Bedoya, Elkin Vargas, John Fredy Ríos, Robinson García, Geovanni Quirós. Sinopsis: Mónica tiene trece años y ya se ha rebelado contra todo. Ha creado su propio mundo en la calle, donde lucha con coraje para defender lo poco que tiene: sus amigas, tan niñas como ella; su novio, un traficante de drogas; y su orgullo, sin concesiones a nadie. La noche de Navidad, como todas las noches, vende rosas para ganarse la vida y para comprar el sueño de una velada con ropa recién estrenada y una salida con su novio, pero la vida le depara una nueva cita con la soledad, la pobreza, la droga y la muerte. Mónica es la otra cara de una ciudad intensa y cruel como Medellín o como cualquier ciudad en donde los niños de la calle no tienen lugar en este mundo. Fecha: jueves 12 de septiembre de 2013. Hora: 19.30. Lugar: Cine Casa de América. Entrada libre hasta completar aforo.
Colombia 1998 / 115’ / +18 Selección Oficial - Festival de Cannes, 1998. Dirección: Víctor Gaviria. Producción: Producciones Filmamento, Producciones Erwin Göggel. Producción ejecutiva: Erwin Göggel. Guión: Víctor Gaviria, Carlos Eduardo Henao, Diana Ospina, basados en el cuento La vendora de cerillas de Hans C. Andersen. Fotografía: Rodrigo Lalinde. Cámara: Erwin Göggel, Olmedo Cardozo. Dirección artística: Ricardo Duque. Montaje: Víctor Gaviria, Agustín Pinto. Sonido: Heriberto García. Música original: Luis Fernando Franco. Intérpretes: Leidy Tabares, Marta Correa, Mileider Gil, Diana Murillo, Liliana Giraldo, Yuli García, Alex Bedoya, Elkin Vargas, John Fredy Ríos, Robinson García, Geovanni Quirós. Principales premios y distinciones Selección Oficial. Festival Internacional de Cine de Cannes – Quincena de Realizadores. Francia, 1998. Tercer Premio Coral a la Mejor Película. Premio al Mejor Montaje. Mención Especial (Leidy Tabares). Premio de la Oficina Católica Internacional del Cine y del Audiovisual (OCIC). Premio Especial Caracol a Víctor Gaviria. Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Premio Glauber Rocha de la Prensa Extranjera. Premio Arci-Ucc de la Crítica Italiana. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La Habana, Cuba 1998. Premio Paoa al Mejor Director. Premio al Mejor Guión. Premio a la Mejor Actriz (Leidy Tabares). Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, Chile 1998. Premio Círculo Precolombino de Oro al Mejor Director y a la Mejor Película. Festival Internacional de Cine Bogotá. Colombia 1998. Pitirre al Mejor Largometraje de Ficción. Festival Internacional de Cine de San Juan de Puerto Rico (Cinemafest), 1998. Premio a la Mejor Película. Festival Iberoamericano de Santa Cruz, Bolivia 1999. Premio a la  Mejor Película. Festival de Denver. Estados Unidos, 1998. Premio a la Mejor Actriz (Leidy Tabares). Premio Especial del Jurado. Festival Internacional de Cine de Bratislava, Eslovaquia 1999. Premio Garza de Oro al Mejor Director. Festival Hispano de Miami, Estados Unidos 1999. Premio al Mejor Director. Premio Especial del Jurado. Premio del Público. Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. Colombia 1999.  
(…) En La vendedora de rosas, la ternura patética incrementada por el sentimiento de lo “perdido” vuelve a imponerse por encima de las escenas de caos y violencia. Cada vez que Mónica aspira su botellita de sacol, “ve” a su “mamita” (abuela) y le reprocha que se haya marchado sin ella. Hay al menos tres secuencias profundamente emotivas de alucinación de Mónica con su abuela, la última de las cuales es la del “encuentro” y que preanuncia su propia muerte. Gaviria trasladó fielmente el cuento de Hans Christian Andersen que le dio estructura a su historia, porque igual que la “vendedora de fósforos” de Andersen, la “vendedora de rosas” de Gaviria va al encuentro del paraíso perdido con su propia desaparición. De ahí que lo que es triste para el espectador sea la felicidad para el personaje.(…) Jorge Ruffinelli Víctor Gaviria. Los márgenes al centro (Turner. España, 2004) Muy dura, dolorosa como una patada en mal sitio, es La vendedora de rosas, apasionante película colombiana en la que Víctor Gaviria explora en la (es un decir) vida de los niños en el abismo físico y moral de los arrabales de Medellín. Pero, dentro de ese infierno, la mirada transparente y fraternal de este excelente cineasta nos hace respirar verdad. (…) El espanto de la vida de los niños en Medellín es un hecho, tan opaco y duro, que no se ve. Hace falta una mirada limpia, ingenua de puro generosa, como la de Gaviria, para que los contornos de ese Auschwitz cotidiano aparezcan en el bochorno de una Navidad tropical, bajo la percha argumental del cuento de frío y nieve La pequeña vendedora de cerillas, escrito hace un siglo por Hans Christian Andersen. Durante cinco meses, Gaviria se sumergió con su cámara en la captura de los instantes de un día y dos noches de media docena de críos de allí que, en palabras del cineasta, «viven, sin que nadie lo sospeche, su vida comprimida en la larga noche de sus calles». A los 13 años ya son ancianos. La película cuenta con primor y precisión el último día de la agonía de una niña de esa edad, Mónica, cuyos ojos (que probablemente no volverán a verse) son de una poderosa y adorable elocuencia. Otros cinco meses hicieron falta para comprimir dentro de dos horas el vasto material rodado, y el resultado es una película indispensable. No haremos colas en los cines del primer mundo para verla, pero quedará, como un bello fruto amargo al que no pudrirá el tiempo. Ángel Fernández Santos El País (España)    
Fragmentos de una entrevista con Víctor Gaviria, por Naira Reinaga de Lima. Imagofavia ( Revista de la Asociación Argentina de Estudios de Cine y Audiovisual). Respecto a La vendedora de rosas, en la película hay una realidad muy dura sobre las niñas de la calle, pero también es muy poética y llena de sensibilidad…. Lo interesante de esa película, al estar trabajando con actores naturales, es que hubo un diálogo con ellos, un proceso de conocimiento de parte nuestra y suya también, un conocimiento de quienes somos nosotros realmente. Esos niños no tenían nada escrito, pero obviamente tenían escrita su vida, su memoria, sus recuerdos, sus palabras. Pero es una forma invertida a la que se supone está escrita en la ciudad más formal, burguesa. La vida de esos niños se escribe de una manera que solamente se hace visible si alguien quisiera hacerlo y se toma el trabajo de que las voces de esos niños sean escuchadas. En los personajes se puede ver al mismo tiempo que poseen los mismos deseos que tienen los muchachos de esa ciudad más formal, como dijiste, que tienen ganas de tener ropa nueva, o una batería. ¿Cómo fue la construcción de los personajes? Era interesante ver esa mezcla y esa asistencia paralela de tener deseos y expectativas, y al mismo tiempo era muy claro ver lo que significaban las personas para ellos. Pero al mismo tiempo, había una sensación de abandono total, respecto a no tener pasado ni futuro, de estar solamente en un presente, sin mucha información.  Y en La vendedora, ¿como fue el interés por retratar el lado femenino de las calles, de las chicas específicamente? Me pareció que las niñas tenían un principio organizador que suele poseer la mujer, que lo hacía muy hermoso ya que competía y trataba de organizar esa vida sin orden, el caos del niño abandonado. Las niñas generan una expectativa mayor, y por lo tanto se vuelven más heroicas que los niños. Ellos generalmente no tienen ese principio organizador. Y además esas niñas tienen mezclado el desorden y la locura de los niños, que se drogan y pierden completamente la conciencia de su situación. Las niñas parecen oponerse a esa pérdida de conciencia total. Ellas por lo menos poseen una conciencia de su cuerpo, tienen un amor y un respeto por él, y por el recuerdo de otras personas. Además, están claramente buscando las fuentes del amor. Los niños no tanto: las han perdido y ya ni se acuerdan dónde están. Entonces las substituyen por drogas, y reemplazan su vida errante por una vida mucho peor, la del que está drogado. Como quien dice: “yo estoy errante pero estoy más errante todavía porque estoy drogado”. En cambio, las niñas buscan la droga como una forma de encontrar las fuentes del amor, para buscar figuras como la de la Virgen. El niño no recurre a esa figura, las niñas si. Hay una especie de pacto, en donde la vorágine y el desorden de la calle se detienen ahí. Entonces, en esos momentos se recuperan algunas organizaciones de convivencia mínima, algunos elementos en donde ha sido amada, donde fue una persona protegida, representados por la Virgen, o por su mamá, o su abuelita, que la estuvieron protegiendo; son lugares a donde ellas retornan. Por eso ellas tienen un principio ordenador mucho más fuerte que el de los niños. Van errando por la calle pero están buscando algo. Los niños, en cambio, no buscan nada. Ellas siempre buscan un referente, como ocurre cuando vuelven a la casa de la tía, o a la de la abuelita, aunque ella ya no existe, ha muerto, pero vuelven al lugar en donde su abuelita estuvo. Eso es lo que hace que realmente la vida sea hermosa, desde el punto de vista de cualquier niño de la calle o muchacho que está en un horizonte de deshumanización. Lo hermoso es lo que la persona piensa de sí misma. Siempre busca y recuerda a alguien, y quienes más logran eso son las niñas.
Víctor Gaviria (Medellín, Colombia, 1955) Director, guionista y poeta. Comenzó haciendo cine en Super 8 hacia finales de la década de los setenta. Su primera película como aficionado es Buscando tréboles, la que obtiene un premio en el Festival de Cine Subterráneo de Medellín.Ha dirigido los cortometrajes: Sueños sobre el mantel vacío (1980), El vagón rojo (1981), La lupa del fin del mundo (1981), Los habitantes de la noche (1983), La vieja guardia (1984), Que pase el aserrador (1985), Quién escucha a Vieco (1986), Los músicos (1986), Los cuentos de Campo Valdés (1987), El obispo llega el quince (1988), El paseo(1988), Mirar al muerto, por favor (1988), Darío Lemos: un retrato (1989), David y Roberto: los polizones de Nueva Colonia (1989), Lo que dañaba a mi hermano era la edad (1989), Mamá margarita (1990), Yo te tumbo, tú me tumbas(1990), Los derechos del niño (1992), La mita/Una viejita inolvidable (1995), El gol que costó un muerto (2000). En 1994 dirige el episodio Medellín para el documental de realización The Final Picky la serie de cuatro capítulos para la televisión, Simón el Mago. En 1990 dirige su opera prima, Rodrigo D. No futuro, selecciónoficial del Festival Internacional de Cine de Cannes, acerca de la desesperación de la juventud en los barrios populares de Medellín. Su segundo largometraje, La vendedora de rosas(1998) -otro film sobre la marginación que tiene como protagonistas a los niños de la calles de Medellín- es uno de los mayores éxitos del cine colombiano y es reconocido por la crítica nacional e internacional como uno de los films más relevantes del cine contemporáneo. Fue también seleccionado en la sección oficial del Festival de Cannes y en la sección Made in Spanish del Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián, donde estuvo nominado al Premio de la Audiencia. Su tercer largometraje, la coproducción hispano-colombiana Sumas y restas(2004), selección oficial del Festival de San Sebastián, aborda, a través de una historia particular,la ilegalidad que propició el narcotráfico y que permeó, desde los años ochenta hasta hoy, a Medellín. Paralelamente a su trabajo de director imparte talleres en diferentes centros en Colombia y en otros países de Latinoamérica. Ha escrito numerosos artículos sobre cine y ha publicado los libros de poemas: Con los que viajo sueño(1980), El campo al fin de cuentas no es tan verde (1982), La luna y la ducha fría (1979),Alguien en la ciudad también está perplejo (1978),Con los que viajo sueño (1978),El campo al fin de cuentas no es tan verde (1983), El pulso del cartógrafo (En col. Con Luis Fernando Calderón, 1986), El pelaíto que no duró nada(1992), El rey de los espantos (1993), Los días del olvidadizo (1998), El tío Miguel (1998) y La mañana del tiempo (2003). En 2006 publica Antología poética (1998-2003). La obra literaria y cinematográfica de Víctor Gaviria ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales. En 2005 el ensayista uruguayo publica el libro Víctor Gaviria. Los márgenes al centro (Turner & Casa de América/Madrid) y Casa de América, con motivo del pre-estreno de Sumas y restas, en colaboración con Wanda Films, dedica una semana a la revisión de su obra como cineasta y escritor. Actualmente trabaja en varios proyectos. 

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