Ciudades literarias: La Paz, Bolivia

Ciudades literarias: La Paz, Bolivia

J-A. Rojo, M. Sánchez-Ostiz

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31/05/18. Conversación 'Ciudades literarias: La Paz, Bolivia', a propósito de la aparición de Camino a Trinidad, de José Andrés Rojo y Chuquiago. Deriva de La Paz, de Miguel Sánchez-Ostiz. dfty El narrador de Camino a Trinidad regresa después de una larga ausencia a La Paz (Bolivia) con la idea de reconstruir el viaje que hizo por un río amazónico desde Puerto Villarroel, en el Chapare, hasta Trinidad. Fue en el año 1977, durante la dictadura de Hugo Bánzer. El amigo con el que compartió aquel trayecto desapareció un par de años después en el Caribe y nunca más se supo de él. Han pasado tres décadas desde que recibió aquella aciaga noticia y piensa que si investiga lo que pasó con su amigo quizá pueda entender qué ocurrió con las ilusiones que ambos compartían entonces. Así que vuelve atrás tirando del hilo de aquel remoto viaje en el que no dejaron de barajar el desafío de transformar radicalmente el mundo, fascinados con la idea de la revolución. En el retorno a aquellos tiempos y lugares se irá encontrando con algunas vidas rotas, con la fracasada aventura de la guerrilla de Teoponte, y acabará por enredarse en la evocación de las tristes circunstancias en las que Nietzsche concibió Así habló Zaratustra, el libro que descubrió por aquellos días. El recorrido le va revelando cuán escaso es el margen de maniobra del que dispone cada individuo frente al insoportable peso y la influencia del «espíritu de una época». Si hay una ciudad amada en las geografías vitales de Sánchez-Ostiz, sin duda es esta Chuquiago, el nombre aimara de la capital boliviana, a la que va y viene desde 2004 y por contar el tiempo sumergido en ella, ya alcanza un año y medio de su vida. La Paz, ciudad de barrocos excesos, de realidades inabarcables, de acumulativa humanidad que impregna sus calles como trazadas a cordel. Recuerda el autor que Gómez de la Serna la hubiera bautizado como cataclismática y de su termitero urbano han hablado los propios, Jaime Sáenz y Víctor Hugo Viscarra, sobre todo, y los ajenos, Allen Ginsberg, Christopher Isherwood, Paul Morand o Cees Noteboom. De Chuquiago en primera persona también escribieron los de aquí: Eugenio Noel, Ciro Bayo y Ernesto Giménez Caballero, pero ningún retrato foráneo tan arrebatado como el que nos brinda la maestría literaria y el espíritu admirativo y zumbón del autor de estas páginas. Así son sus derivas por los laberintos callejeros pacenses, así el retrato de sus personajes inolvidables impregnando un relato vibrante de pura literatura. En Chuquiago la realidad es pura fantasía, nos recuerda Sánchez-Ostiz, «¿para qué inventarse mundos imaginarios si están en La Paz?». Participantes: - José Andrés Rojo, autor. - Miguel Sánchez-Ostiz, autor. dfty dfty  
José Andrés Rojo nació en La Paz, Bolivia, en 1958. Cuando tenía trece años se trasladó a España. Licenciado en Sociología por la Universidad Complutense, ha publicado Hotel Madrid (1988), un ensayo sobre la cultura juvenil de los años ochenta; Peter Gabriel (1994) y Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (2006; XVIII Premio Comillas), y ha participado en el volumen colectivo coordinado por Ángel Viñas En el combate por la Historia: La República, la guerra civil, el franquismo (2012). Se incorporó al diario El País en 1992, y ha estado vinculado desde entonces al suplemento Babelia, a Cultura y, desde 2009, a Opinión.
Miguel Sánchez-Ostiz. Novelista, articulista, crítico de arte y literatura, ensayista, dietarista, poeta, también ha hecho incursiones en la literatura de viajes. Su figura de referencia es Pío Baroja de quién ha publicado varios trabajos biográficos y ensayos. Es la suya una obra ecléctica y singular en el panorama de nuestras letras, merecedora de algunos de los grandes galardones literarios, entre ellos el Premio Herralde por su novela La gran ilusión (1989), el Premio Nacional de la Crítica en 1998 por No existe tal lugar (1997), el Príncipe de Viana de Cultura, 2001 y, un año más tarde, el premio Euskadi de Literatura por su ensayo Sin tiempo que perder (2009). Autor de una obra ingente afinada en varios registros bien provistos de humor, vitalidad y, sobre todo, un espíritu entregado a toda suerte de intereses, como se percibe en su blog Vivir de buena gana. Entre la veintena de novelas, algunas tan arriesgadas como Las pirañas (1992), o El escarmiento y Perorata del insensato, ambas en Pamiela; sin olvidar que la lista de sus diversos poemarios, ensayos y dietarios es realmente extensa.  Bolivia se ha convertido en una pasión tan particular que ya ha alumbrado varios títulos: Cuaderno boliviano (2008), Chuquiago. Deriva de la Paz y de próxima aparición “Cirobayesca boliviana”.

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