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Regreso a Fortín Olmos

Patricio Coll/Jorge Goldenberg

Coloquio celebrado tras la proyección el pasado 10 de noviembre de 2010. Regreso a Fortín Olmos Argentina 2008 / 104’ Dirección y guión: Patricio Coll y Jorge Goldenberg. Sinopsis: En 1966, Patricio Coll y Jorge Goldenberg, junto con Luis Zanger y Hugo Bonomo, filmaron el documental Hachero Nomás en la cuña boscosa del norte de la provincia de Santa Fe. Esa película trataba acerca de la situación social de los hacheros de la región y el equipo de rodaje estableció su base en un pequeño poblado llamado Fortín Olmos, donde unos años antes se había afincado un grupo de sacerdotes obreros de la Congregación de Los Hermanitos de Foucauld. Ante la situación de precariedad radical en la que se encontraban los hacheros, estos sacerdotes habían promovido la creación de una cooperativa con el objetivo de que estos trabajadores casi nómadas pudieran comprar parcelas de tierras fiscales para hacer agricultura, pagando por ellas con un porcentaje de su trabajo. Cuarenta años después, Jorge Goldenberg y Patricio Coll salieron en busca de los sobrevivientes de aquella experiencia. Regreso a Fortín Olmos es la expresión de esa búsqueda.    
Regreso a Fortín Olmos Argentina 2008 / 104’ - Betacam Digital – Color www.cineojo.com.ar Dirección: Patricio Coll, Jorge Goldenberg. Producción: MC Producciones SRL. Producción ejecutiva: Marcelo Céspedes y Carmen Guarini. Productores asociados: Patricio Coll, Jorge Goldenberg. Guión: Patricio Coll, Jorge Goldenberg. Registro audiovisual: Patricio Coll, Jorge Goldenberg. Cámaras auxiliares: Segundo Cerrato, Alejandro Fernández Mouján, Alberto Yaccelini. Montaje: Jorge Goldenberg, Patricio Coll, Diego Arévalo Rosconi. Postproducción de sonido: Lena Esquenazi. Participaron: Iván Bartolucci, Ana María Seghezo, Rubén D’Urbano, Arturo Paoli, Esteban de Quirino, Amadea Velazco de Bártolo, Camilo Quarín, Eldina Ordóñez, Luisa de Figueroa, Luisa Escobar, Rita Verón, María Rosa Mastropaolo, Ramón Cirilo Monzón Ruli Pérez, Jorge Radosevich, Antonia Ojeda de Monzón, Pobladores de Fortín Olmos. Realizada con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)  
Jorge Goldenberg (Argentina). Guionista y director de cine. Dramaturgo. Cursó estudios en el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, Argentina, en la especialidad de dirección. Escribió y/o coescribió los guiones de numerosos films. Entre otros: No toquen a la nena (Juan José Jusid, 1976), Juan que reía (Carlos Galletini, 1976), Sentimental – Réquiem para un amigo (Sergio Renán, 1981), Plata dulce (Fernando Ayala, 1982), Pasajeros de una pesadilla (Fernando Ayala, 1984), La película del rey (Juan Carlos Sorín, 1985), Miss Mary (María Luisa Bemberg, 1986), Eterna Sonrisa de New Jersey (Carlos Sorín, 1988-1989), La frontera (Ricardo Larraín, 1990), De eso no se habla (María Luisa Bemberg, 1993), Ilona llega con la lluvia [coguionista] (Sergio Cabrera, 1996), El sueño de los héroes (Sergio Renán, 1997), El impostor (Alejandro Maci, 1997), Tinta roja (Documental/Carmen Guarini, 1997), El entusiasmo (Ricardo Larraín), ¿De qué lado estás? (Eva López Sánchez, 2001), La fuga (Eduardo Mignogna, 2001), El lugar donde estuvo el paraíso (Gerardo Herrero, 2001), Las alas de la vida (Documental/Antoni P. Canet, 2007) . Su último trabajo como director y guionista es Regreso a Fortín Olmos (2008), en coautoría con Patricio Coll. Es también autor de piezas teatrales, entre ellas: Relevo 1923, Fifty-fifty, Poniendo la casa en orden, Knepp, Krinsky, Fotos de Infancias y La lista completa, que han sido montadas y publicadas en Argentina y en varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Uruguay y Venezuela) y europeos (Francia, Italia, Alemania, Suiza y Rusia). Paralelamente a su trabajo como guionista se dedica a la pedagogía dramatúrgica e imparte regularmente cursos y talleres en Argentina, Cuba, Colombia, Uruguay, México, España y Francia. Ha participado como consultor en SOURCES, programa para el desarrollo de guiones, que forma parte del programa Media de la Comunidad Económica Europea y forma parte del equipo de asesores del Curso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos, que convocan anualmente Casa de América-Fundación Carolina de Madrid.  
Patricio Coll (Argentina, 1941). Se gradúa de director de cinematografía documental en el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral. En 1965 escribe y dirige su primer documental Don Anselmo. Ha trabajado profesionalmente durante décadas en producciones de cine, video y televisión, tanto en Argentina como en Venezuela y España. Actualmente es profesor universitario en la Universidad Nacional del Litoral. Filmografía como director Don Anselmo (1965, largometraje documental. Argentina); Hachero nomás (1966, co-dirección con Jorge Goldenberg, Hugo Bonomo y Luis Zanger); La doma (1969, largometraje documental. Argentina); Autopista-Túnel subfluvial (1970, largometraje documental. Argentina); El milagro de la vid (1972, largometraje documental. Argentina); Entierro del gato (1973, mediometraje ficción. Argentina); Hogares de cuidado diario (1975, largometraje documental. Venezuela); Educación técnica (1978, largometraje documental. Venezuela); La señal vino del cielo (1985, película documental. España); Fernando Paillet, fotógrafo (1990-1991, Argentina); Cicatrices (1997-2000, largometraje. Argentina). Su último trabajo como director y guionista es Regreso a Fortín Olmos (2008), en coautoría con Jorge Goldenberg. Premios y festivales -Mención Especial del Jurado – Competencia latinoamericana Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Argentina 2008. -Festival Iberoamericano de Cinema y Video de Río de Janeiro – CINESUL – Competencia de Cine Documental, Brasil 2009. -MARFICI - Festival Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata - MARFICI, -Competencia Documental Internacional, Argentina 2009.Festival Internacional de Cine de Montevideo – Panorama Internacional, Uruguay 2009. -Selección Oficial Festival Internacional de Cine Documental – It’s All True, Sao Paulo, Brasil 2009.    
En 1966, integramos el equipo que realizó el documental Hachero nomás en el Chaco Santafesino, 800 kilómetros al norte de Buenos Aires. Su tema era la explotación de los trabajadores del monte por los contratistas de obraje de la compañía La Forestal Argentina (empresa inglesa que industrializara allí el quebracho colorado entre 1906 y 1961). Poco tiempo antes de nuestra filmación, en la zona se había instalado La Fraternidad, un grupo de curas obreros europeos, perteneciente a la orden de los Hermanos de Foucauld, quienes desarrollaron un proyecto de desarrollo social emancipador a través de la cooperativa de producción y consumo Ayuda Fraternal Fortín Olmos. El objetivo económico era el paso inicial para estimular relaciones comunitarias que, a través de la autogestión, erradicara la explotación y promoviera valores de solidaridad, fraternidad y educación. Esta experiencia impactó a buena parte de la militancia católica de la época, marcada por el Concilio Vaticano II. De ahí que confluyeran a Fortín Olmos hombres y mujeres provenientes de sectores sociales más o menos acomodados de las grandes ciudades, algunos de ellos profesionales, dispuestos a dar testimonio de sus convicciones instalándose de modo permanente en ese lugar. La apasionada entrega de quienes sostenían ese emprendimiento, conmovió fuertemente a nuestro equipo de filmación y a ellos les fue dedicado aquel primer documental. Esas personas no fueron registradas en esa película, pero su presencia y sus actos han persistido en nuestra memoria. La imagen de su compromiso solidario con los pobladores de esa desvastada región, nos acompañó durante todos estos años y fue el origen de la película que ahora presentamos.   Regreso a Fortín Olmos es el resultado de una minuciosa búsqueda y registro de los testimonios de los protagonistas de aquella experiencia, que permite comprender sus conflictos y avatares, así como vislumbrar el contexto social de la época y las posturas ideológicas vigentes en esos años. Los hechos que aquí se narran tuvieron lugar entre 1960 y 1975. Durante ese período, Argentina padeció dictaduras militares desde 1966 hasta 1973. Nuestro propósito es propiciar la reflexión, en la convicción de que nuestros personajes expresan los conflictos, ideas y pasiones que configuraban buena parte del imaginario político y social de aquellos años. Esto supone tanto el rescate de una actitud, cuanto su apreciación crítica. Patricio Coll y Jorge Goldenberg   Comentarios críticos “El film –conmovedor y desgarrador sin que los directores activen ninguna tecla para manipular al espectador– muestra lo (poco, casi nada) que ha quedado en Fortín Olmos de aquel experimento liderado a mediados de los años ’60 por curas franceses, agrónomos, médicos, educadores, economistas e intelectuales. (…) Es un film apasionante, que sirve no sólo como registro de un proyecto único sino que resulta también una mirada minuciosa, querible y cuestionadora a la vez, sobre las contradicciones, la riqueza ideológica y la utopía de una época irrepetible.” (Diego Batlle) “Situada antes de que la historia argentina se estrechara hasta dejar lugar solo para el ciego mesianismo guerrillero y la vocación homicida de la última dictadura, la película permite ver el pasado desde una perspectiva más abarcadora, que evoca experiencias que hoy nos resultan casi secretas e impensables. Se requiere de un gran trabajo y de una esmerada utilización de la inteligencia para ordenar ese mundo y exponerlo. Coll y Goldenberg se lo tomaron y cabe agradecer ese esfuerzo y su resultado”. (Quintín)   En busca del tiempo perdido A través de una polifonía de voces, el notable documental de Goldenberg y Coll reconstruye la experiencia social intentada en los años ’60 en el paupérrimo Chaco santafesino, donde los trabajadores eran explotados por ex contratistas de La Forestal. Por Horacio Bernades “La película no demuestra nada, ofrece la palabra a los que llevaron adelante la experiencia.” Si muchas de las afirmaciones hechas en entrevistas merecerían que se las lleve el viento, lo que Patricio Coll y Jorge Goldenberg, codirectores de Regreso a Fortín Olmos, declararon ante Página/12 el martes pasado tiene el valor de esas frases que, por el contrario, no están hechas para leer y olvidar. No porque sea bonita, sino por algo muy superior: por esencial y verdadera. Esencial, porque detrás de ella hay toda una ética clave del documentalista, al servicio de de-sentrañar lo real, antes que confirmar o demostrar. Verdadera, porque el que sus autores proclaman es claramente el espíritu que anima a Regreso a Fortín Olmos. La película representa, así, otro regreso: el del gran documental argentino contemporáneo, después de un año en el que se mantuvo casi ausente.   Regreso a Fortín Olmos es la secuela de un film anterior. En Hachero nomás (1966), Coll y Goldenberg habían registrado, junto a dos correalizadores, la explotación de trabajadores en el paupérrimo Chaco santafesino, a manos de ex contratistas de la empresa de capitales británicos La Forestal. Marcando continuidades, las imágenes en blanco y negro de aquella primera película son incorporadas a esta segunda, en más de una ocasión a través de algún monitor dispuesto en la propia escena. “Entonces me fui”, dice uno de los protagonistas durante su primer testimonio a cámara, que brinda en un departamento parisino. En el siguiente plano ya está subido a un auto, a punto de llegar a Fortín Olmos y dando inicio al relato. Relato que apunta a reconstruir, a través de una polifonía de voces, la experiencia social intentada, durante los años ’60 y parte de los ’70, en ese enclave que uno de los protagonistas denomina, con complicidad y no miserabilismo, “corazón de la pobreza”. La experiencia fue impulsada por sectores desprendidos de la Iglesia Católica, de fuerte impronta social y marcados por el Concilio Vaticano II, que decidieron motorizar la formación de una cooperativa, integrada por hacheros y patrones. Estos eran aquellos mismos ex contratistas, dueños de las tierras donde hasta algunos años atrás se asentaba La Forestal, empresa que cuando terminó de agotar el tanino de la zona cerró sus puertas y se marchó. “Alguno nos acusará de ingenuos”, dice un ingeniero agrónomo, confesando que fue allí, in situ, donde “se fueron avivando” de lo que significa la división de clases.   “Teníamos una idea de conciliación entre obreros y patrones, pero nos dimos cuenta de que no era posible, y tuvimos que tomar partido”, amplía Arturo Paoli, alto dignatario vaticano, a cargo del proyecto. “Si algo no se bancaban los patrones era que los hacheros, que no tenían nada, pasaran a ser, de la noche a la mañana, dueños de sus tierras”, profundiza otro testimonio. “Esa gente ejercía su actividad marxista y desgastaba la educación nacional”, afirma a su turno, con voz quebrada y labios temblorosos, Amadea Velazco de Bártolo, ex educadora del lugar y miembro del Partido Justicialista, que en el momento del rodaje tiene más de noventa años y presta declaración desde la cama, cubierta de frazadas hasta el cuello. Se refiere a los integrantes de la cooperativa, y es como si la historia argentina hubiera irrumpido de golpe en la película. “Ella fue nuestra peor enemiga”, ratifica un integrante del grupo de ingenieros agrónomos, médicos, economistas y educadores que vivieron en la comunidad más de un lustro largo. “Para la época de Onganía, después del Cordobazo y la muerte de Aramburu, cualquier actividad de este tipo era considerada subversiva”, avanza otro. Para 1975, con la Triple A ya en acción (y la señora de Bártolo con treinta años menos que hoy) todo llegaba a su fin. A lo largo de ciento cinco minutos y siguiendo una impecable lógica narrativa (Jorge Goldenberg es el más avezado consultor de guiones del cine argentino), Regreso a Fortín Olmos sube al espectador a un viaje de descubrimiento, en el que la entera experiencia evocada parecería desplegarse ante él en presente, narrada por un grupo de gente que confirma que no hay gran documental sin grandes actores. Pasionales aún hoy, entregados a la charla de cuerpo entero, desparramando la más noble elocuencia y desprovistos de toda pose o gesto demagógico, los protagonistas de esta quimera de los ’60 no reclaman del espectador adhesión ideológica ninguna. Apenas la dosis de empatía –incomparable con la que casi medio siglo atrás los llevó a compartir la suerte de los más desposeídos– que permita donarles un par de horas. El tiempo necesario para que la experiencia se convierta en una de esas que dejan marcado. Que dejan pensando. Por Horacio Bernades Página 12    

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