cine

22 de enero

El vecino alemán

Rosario Cervio y Martin Liji

Proyección de la película El vecino alemán, de Rosario Cervio y Martin Liji, dentro del 'Mes de la memoria del Holocausto: Criminales nazis en el exilio'.

Tras la proyección tendrá lugar un coloquio con el abogado Jorge Trías, responsable de la defensa de Violeta Friedman contra León Degrelle; y con Patricia Weisz, hija de Violeta Friedman. 

Argentina, 2016 / 94’ (TP)

Dirección: Rosario Cervio y Martin Liji.
Sinopsis: Una joven intenta reconstruir la Historia para poder construir su historia, que no es otra cosa que su subjetividad, su identidad, su autonomía. La pregunta que flota entre los pasillos, guardada en los rincones de cada una de las múltiples bibliotecas que aparecen en el documental, en las puertas entreabiertas, es: ¿cómo armar un relato propio a partir de las historias heredadas? El interrogante que reaparece de manera cíclica es: ¿qué es la identidad, aquello que nos define y nos convoca? Con estos interrogantes, el documental discurre a través del viaje de una chica que fuma y espera mientras traduce no solo la lengua de sus antecesores, sino la de los criminales, la del Holocausto, la de los obedientes; esa que es su propia lengua y a la vez la de una de las historias más atroces del mundo contemporáneo. 

Fecha: 22 de enero de 2019.
Hora: 19.30.
Lugar: cine Casa de América. Sala Iberia.

Iberia

Aforo: 90 localidades.
Entrada libre hasta completar aforo. 

 

Casa de AméricaCentro Sefarad Israel

Dirección: Rosario Cervio, Martin Liji.
Producción: Nana Cine.
Productores: Rosario Cervio, Martín Liji.
Productor ejecutivo: Martin Liji.
Productor asociado: Alejo Bendersky.
Guion: Rosario Cervio, Martin Liji.
Fotografía: Lucas Gaynor.
Cámara: Lucas Gaynor.
Montaje: Rosario Cervio.
Sonido: Julián Caparros, Sergio Korin.
Microfonistas: Juan Gabriel Di Lucía, Giorgia García-Moreno, Flavio Nogueira.

Rosario Cervio (Argentina, 1985).

Directora y guionista.

Realizó estudios de Historia y de Filosofía en la Universidad Católica Argentina y Dirección Cinematográfica en la Universidad del Cine (FUC). Ha colaborado como asistente de dirección y montajista. Dirigió los cortometrajes Guernica (2010) y Las segundas (2012) ambos estrenados en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI). En 2016 codirigió, junto a Martín Liji,el largometraje El vecino alemán, estreno nacional en la sección Panorama del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata e, internacional, en el Festival de Biarritz América Latina (Francia).

Actualmente trabaja en el desarrollo de Acá todavía, su primer largometraje de ficción sobre la novela homónima de Romina Paula.

Martín Liji (Argentina, 1984).

Director y guionista.

Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires. Estudió dramaturgia con Enrique Papatino en el Centro Cultural San Martín. Produjo el cortometraje Las segundas (Rosario Cervio, 2012) y escribió y dirigió el cortometraje Bohemia (2015). En 2016 codirigió, junto a Rosario Cervio, el largometraje El vecino alemán, estreno nacional en la sección Panorama del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata e, internacional, en el Festival de Biarritz América Latina (Francia).

Actualmente trabaja en el desarrollo de Calor, su opera prima de ficción.

El culpable de un crimen extraordinario; un hombre común, cuya normalidad es mucho más aterradora que todas las atrocidades reunidas. Hannah Arendt.

Adolf Eichmann sube al patíbulo y se despide del mundo con el nombre de nuestro país en su boca: “Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar”.

Estas pocas palabras alcanzaron para que el Obersturmbannführer se volviera parte de la historia nacional. Su paso por nuestro país deja desde entonces de ser accidental o estratégico y queda irremediablemente resignificado: Eichmann vivió entre nosotros y vivió como uno de los nuestros.

Las historias de la Segunda Guerra dejaron de ser crónicas de tiempos y lugares lejanos en cuanto supimos que el máximo responsable de la ejecución de la Solución Final había vivido a tan sólo quince minutos de donde nos encontrábamos. Tomar consciencia de este hecho, sentir tan cercano (y sin quererlo) a uno de los mayores criminales modernos, fue el punto de partida de Ricardo Klement. El vecino alemán. ¿Por qué “larga vida a Argentina”? La obsesión por responder esta pregunta nos ha llevado a iniciar el camino de la comprensión de los hechos.

 A la voluntad de entender algo más de nuestra Historia, se sumó el deseo de explorar el impacto que supuso el juicio en Jerusalén. Y es que si Eichmann no hubiese sido secuestrado, llevado clandestinamente a Israel y allí juzgado y condenado, muchas cosas no hubieran sido posibles, en el mundo y en la Argentina. Por ejemplo: no podría haberse juzgado a Jorge Rafael Videla.

Los campos de concentración y exterminio se repiten a diario en nuevos ghettos y en nuevas formas de aniquilación. A pesar de su carácter extraordinario, Auschwitz no es un mero accidente histórico sino que debe ser considerado como la ruptura de la civilización occidental de dos milenios y una consecuencia de la barbarie moderna. La Segunda Guerra Mundial designa el inicio de una nueva era en la que la Humanidad está irrevocablemente en condiciones de autodestruirse.

El juicio a Eichmann llega en un momento en que el silencio sobre la Shoá había invadido al mundo, al tiempo que los sobrevivientes vivían la angustia de enfrentarse con los recuerdos de la tragedia y, en muchos casos, eran mirados con desconfianza porque se cuestionaban las razones de su supervivencia. Quince años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el juicio de Jerusalén reintrodujo el horror del Holocausto en la memoria del siglo y esculpió en la conciencia del mundo esta idea: hay crímenes que no pueden ser olvidados, que no prescriben nunca, porque vulneran la condición misma del ser humano.

El juicio es todavía una referencia controvertida y vigente, no por la culpabilidad incuestionable del acusado sino como muestra de un hombre que se vuelve un engranaje de una maquinaria criminal y se justifica en la obediencia debida a las órdenes de sus superiores. En su defensa, Eichmann apela a la sumisión de la autoridad y habla de la conciencia y el deber como si se trataran de dos estados disociados. Frente a la pregunta “¿Usted  es responsable de los crímenes cometidos desde el punto de vista humano?” responde afirmativamente, aunque agrega: “No me considero culpable. Obedecí y ejecuté lo que me habían ordenado que hiciera… Estaba muy aliviado de no tener nada que ver con el exterminio físico”.    

Eichmann delega toda la responsabilidad en sus superiores para que la apología de la obediencia lo vuelva libre de culpa; sin embargo, omite que además de recibir órdenes también las había impartido. En este sentido, se vuelve imprescindible hacer hincapié en la intencionalidad y racionalidad del acusado en el momento de cometer los crímenes. En nuestro documental queda demostrado que Eichmann no solo sentía identificación con el trabajo que realizaba sino también con la ideología del partido nazi.

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