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Jamás leí a Onetti

Pablo Dotta

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20/10/14. Coloquio después de la proyección con la participación de Antonio Muñoz Molina y Mariela BesuievskyJamás leí a Onetti España-Uruguay, 2009 / 78’ Dirección: Pablo Dotta. Producción: Tornasol Films. Producción ejecutiva: Mariela Besuievsky. Productores delegados: Daniela Alvarado (España), Mario Jacob (Uruguay). Guión: Pablo Dotta. Fotografía: Almudena Sánchez, Jose María Ciganda. Dibujos y animación: Tunda Prada. Montaje: Fernando Pardo. Sonido: Aramis Rubio, Daniel Márquez. Música original: Fernando Cabrera, con la colaboración de Jorge Drexler. Con la participación de Dolly Onetti, Eduardo Galeano, Maria Esther GilioFernando Cabrera, Jorge Drexler, Antonio Muñoz Molina, Juan Cruz, Tomás de Mattos y Tunda Prada. Película realizada con el apoyo de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC/España). Sinopsis: Jamás leí a Onetti es un documental-homenaje al escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, en el que se recrea con testimonios, palabras, dibujos y música, parte del legado onettiano. La vida y pensamiento del escritor uruguayo se desvela a través de su viuda, Dolly Onetti, de los escritores Eduardo Galeano y Antonio Muñoz Molina, de los periodistas Juan Cruz y María Esther Gilio, y del director de la Biblioteca Nacional de Uruguay, Tomás de Mattos. A partir del vínculo entre diversos tipos de escritura, se interroga también acerca de los medios y los fines de todo proceso creativo.   dfty  
Pablo DOTTA (Uruguay, Montevideo) Director de cine y fotógrafo. Es licenciado en sociología y graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba, donde se especializó en guión y realización. Ha obtenido por sus proyectos premios y becas internacionales de la Fundación Rockefeller (Estados Unidos), del Centre International Creation Video (Francia), de Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba) y del Programa Ibermedia. Ha dirigido numerosos trabajos en el campo audiovisual, entre los que destacan el cortometraje Tahití (1989), el largometraje de ficción El dirigible (1994), seleccionado por el Festival de Cine de Cannes (Semaine de la critique) y el documental Jamás lei a Onetti (2010), con los cuales ha participado en importantes festivales nacionales e internacionales y ha sido reconocido con diversos premios. Se desempeña también como director en el campo publicitario con más de ciento cincuenta spots realizados. Obtuvo el premio El ojo de Iberoamérica (Latin Spots) al mejor director publicitario de Centroamerica y el Caribe. Es fotógrafo independiente desde hace varios años, y ha expuesto en una muestra individual el trabajo fotográfico titulado Torno subito en Montevideo y Roma (CMDF, Montevideo/ IILA, Roma). Ha colaborado con diversos artículos sobre la creación audiovisual, publicados en diferentes medios de América Latina y Europa. Además, ha brindado clases y conferencias en escuelas de cine e instituciones cinematográficas, y participado como jurado en numerosos festivales de cine y video.  
Premios - Premio a la Mejor Dirección de Arte Atlantidoc – Festival Internacional de Cine Documental de Uruguay, 2011.   Festivales - Festival de Málaga (Documentales Iberoamericanos). Cine Español. España, 2010. - Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay. Montevideo, 2010. - Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, 2011. - Uruguay Film Fest. Nueva York, Estados Unidos, 2011. Comentarios/Entrevistas http://www2.cartelera.com.uy/apespectaculofb.aspx?1000 http://www.cinemascine.net/criticas/critica/Jams-le-a-Onetti
"Quise que el documental, que no es sobre Onetti, sino con Onetti, fuera de alguna forma, también él, un gesto de escritura. La constatación de que ser un creador no es un privilegio; que el privilegio es crear". "Quise hacer un homenaje, evitando emitir juicios de valor acerca del homenajeado o su obra. Quise, además, explorar acerca del gesto de la escritura (ya sea ésta literaria, cinematográfica, dibujada o musical…), sobre la necesidad de este gesto más allá del sentido de lo que se dice… Quise, digo, porque me es imposible no ser aproximativo, y porque uno siempre hace la película que puede y no la que quiere (…)"                                                                                                                                          Pablo Dotta  
"Todavía no estamos perdidos. Esto es lo que sentí el fin de semana pasado, cuando llegué al Cine Pocitos – Cinemateca, desbordante de público dispuesto a escuchar conferencias y debates sobre literatura y cine, en un encuentro organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias y Cinemateca Uruguaya. Me atrajo particularmente la exhibición pública de un video del que mucho había escuchado, pero no había visto: Jamás leí a Onetti de Pablo Dotta. Es un documental inteligente y sensible sobre el gran escritor uruguayo, y también sobre el misterio de la creación artística. Tiene un algo de El ciudadano de Orson Welles. Porque a pesar de que Dotta disponía de una filmación de quince minutos de su entrevista a Onetti realizada en 1991, la voz del escritor sólo se escucha en off, en breves pasajes. El personaje se reconstruye a través de los recuerdos parciales y subjetivos de su viuda Dolly, Tomás de Mattos, Eduardo Galeano, María Esther Gilio, Juan Cruz y Antonio Muñoz Molina. Y también a partir de la elaboración creativa que la cámara registra en tiempo real, de una Santa María dibujada por Tunda Prada y una canción que compone Fernando Cabrera. Así, la sensibilidad del realizador permite que Jamás leí a Onetti hable de mucho más que del escritor. Es una película sobre la soledad, el deterioro, la vacuidad del éxito y, muy especialmente, sobre la compleja y liberadora misión de crear, como única forma de combatir el olvido y la muerte. A quienes nos apasiona el misterio de la creación, nos seduce especialmente la secuencia en que Cabrera muestra su canción a medio terminar a Jorge Drexler: esa oportunidad de mirar un proceso creativo por el ojo de la cerradura, a cargo de dos extraordinarios músicos y poetas, es tan interesante como emotiva. Pero el realizador va aún más allá y utiliza imágenes de una película suya de 1994, El dirigible, permitiéndonos comprender que en ella Onetti no era sólo un personaje más, sino que se erigía como el inspirador de toda su poética visual. La ciudad gris, el Salvo deteriorado, los barcos carcomidos por el tiempo, el Parque Rodó desierto, una morgue con perros embalsamados, aquellas imágenes que tanto escandalizaron al Tontovideo de los años noventa -recuerdo señoras que llamaban por teléfono a las radios quejándose de que la película no mostraba nuestras bellezas turísticas- tenían una profunda raíz onettiana. Se trataba de una generación postdictadura que, en plena era de "los felices noventa", conectaba con la angustia existencial del escritor y se veía a sí misma como un eslabón más en una cadena de fracasos y ausencias, definitoria del ser nacional. Onetti no quería volver a una ciudad que para él ya no existía; en la secuencia fotográfica del suicidio de Baltasar Brum de 1933 estaba todo el antes y todo el después, pero faltaba la foto del momento en que el ex presidente se pegaba el tiro. Al final, la periodista francesa ya no era tal, sino una chica uruguaya, Laura Schneider de vaqueros y sin maquillaje, que se enfrentaba al frío de la rambla en invierno, mientras se escuchaban las tristes metáforas de La casa de al lado de Cabrera, tal vez una de las canciones más bellas de la música popular uruguaya.(…) Así, Jamás leí a Onetti es una reflexión de Dotta sobre el escritor, pero también lo es sobre su propia opera prima de 1994. Reencuentra a Onetti para reencontrar al mismo tiempo su pasado creativo: la película intensa y dura que lo marcó como un precursor del nuevo cine uruguayo, pero también como un creador denostado y maltratado por los bienpensantes de la época. A quienes no lo conocen, recomiendo ver el excelente cortometraje que realizó Dotta antes de El dirigible: Tahití. Comprobarán la profunda coherencia de un creador que se impuso la misión de dar un testimonio generacional de oscuridad y desamparo. Tahití empieza con una secuencia de imágenes de vacas entrando al matadero y recibiendo una a una los marronazos en la cabeza que acaban con sus vidas. Doloroso símbolo de una generación que asomaba a la edad adulta en un país saqueado y reprimido por la dictadura. Habría que ver si más de veinte años después, ya en democracia y con una economía floreciente, mejoró en algo ese alarmante diagnóstico... Pero no hay duda de que el rigor y el alto nivel artístico de Jamás leí a Onetti ayudan a configurar una imagen esperanzadora de la cultura uruguaya. Una cultura que no es masiva, porque no aparece ni en las pantallas de televisión ni en los escenarios de carnaval, pero que sobrevive, a pesar de todo. Del blog Políticamente incorrecto, de Álvaro Hunchain. http://blogs.montevideo.com.uy/alvaroahunchain  

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