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Medios latinoamericanos, en la era de la incertidumbre

Medios latinoamericanos, en la era de la incertidumbre

Alejandro Ramos

Por Alejandro Ramos Esquivel, director general de Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Al igual que en el resto del mundo, los medios de comunicación en América Latina enfrentan un desafío, derivado de los avances tecnológicos que han modificado de manera radical sus formas de operación y obligado a encontrar nuevos modelos de negocio. Esto representa un reto no sólo para mantener la fidelidad de su público tradicional sino captar nuevas audiencias, al tiempo de encontrar la forma de hacerlos económicamente viables. Esto es un desafío no superado, que los mantiene dentro de la era de la incertidumbre. La segunda mitad del siglo XX quedó marcada por el avance tecnológico. El arribo de la era digital y el incesante desarrollo de nuevas tecnologías ha traído consigo un nuevo abanico de posibilidades para la comunicación colectiva que impactó el quehacer de los medios hasta convertirlos auténticamente en masivos; en tanto que para sus periodistas el avance de la conectividad y la digitalización representa nuevos retos para mantener la atención de su público tradicional, captar a las nuevas audiencias respondiendo a sus demandas y, al mismo tiempo, contribuir para lograr medios económicamente viables. La aparición de los dispositivos  móviles y su incorporación al trabajo cotidiano, sumado al uso público de Internet, multiplicó el alcance que tiempo atrás los medios ya habían explorado a partir del uso de señales cablegráficas y satelitales.  Fue un parteaguas en las formas de comunicación, equiparable al cambio que se dio con la imprenta de Gutenberg, hace más de 600 años, y que aceleró el paso de la Edad Media al Renacimiento. Hace un cuarto de siglo el arribo de la era digital y el crecimiento tecnológico sin precedente representó un nuevo abanico de posibilidades sin precedente a la comunicación colectiva, al tiempo que generó nuevas audiencias y una intensa participación de las mismas en la información. A partir del uso intensivo del Internet, los medios de comunicación que por más de un siglo vivieron con la premisa de que la palabra impresa era lo importante, despertaron a una realidad diferente: sus contenidos estáticos, fríos e incluso aburridos, desde la perspectiva visual, podrían ser atractivos. La respuesta fue la aparición de los diarios digitales, aunque en principio consistió en habilitar páginas electrónicas con textos, consideradas como “espejo”, prácticamente idénticas a las versiones impresas, y sólo hacia finales de los noventas los medios pioneros en Internet empezaron a integrar redacciones autónomas para elaborar contenidos específicos para la versión en computadora y dispositivos móviles. La innovación que paulatinamente fue generalizándose permitió clasificar a los medios de información en tradicionales, es decir aquellos que funcionaban antes del uso del Internet como la prensa, la radio, la televisión e incluso las mismas agencias de noticias, que aún siendo "masivos" eran consumidos por segmentos proporcionalmente pequeños de la población. La web 1.0 nació con el Internet, caracterizado como la super carretera de la información, que rompió fronteras en la comunicación y la convirtió en global.  Más tarde, la web 2.0 ofreció a los ya internautas la posibilidad de compartir fotos, sonidos video y textos, pero sobre todo equiparó a los usuarios con los hasta entonces emisores tradicionales, con lo cual la comunicación se convirtió en bidireccional y rompió con el viejo esquema de Shannon & Weber de emisor-mensaje-receptor. Esto representa, a la fecha, un desafío para los medios tradicionales o no, ya que exige consistencia, oportunidad, creatividad y diversidad en sus contenidos, dado que emisor y receptor interactúan en el proceso de comunicación que, definitivamente, dejó de ser unidireccional, y en el que el receptor tradicional se convirtió también en emisor. La web 3.0 se asocia con el uso de criterios automáticos y precisos (personalizados) en la búsqueda datos y conceptos, lo que implica que las solicitudes de información son entendidas y jerarquizadas por los sistemas de recuperación, más allá de su estructura sintáctica. Así, la diferencia radica en que mientras la web 1.0 sólo ofrecía información estática, la 2.0 admitió interacción social y la 3.0 o semántica ofrece soluciones a problemas de búsqueda de información; con una evolución que apunta hacia la web 4.0 o internet de las cosas. Por tanto, puede decirse que con el surgimiento de Internet emergió una nueva prensa, un nuevo medio, con su propia identidad, estructura narrativa, recursos, formatos, dinámica informativa, modelo de negocio, desafíos y visión de hacer periodismo, pero que enfrenta serias dificultades para conservar sus valores inmanentes, como el rigor, la precisión, la claridad, el compromiso con la verdad, el servicio a la sociedad y apego a la ética. Internet revolucionó el hacer y quehacer humanos, especialmente en el ámbito de la comunicación, en el cual el periodismo vive una inquietante transformación, a tal grado que han surgido nuevos términos para referirnos al que se ejerce en y para la web: ciberperiodismo, periodismo digital, periodismo online y periodismo multimedia e interactivo, así como novedosas características, modalidades y tendencias. La transición de los medios tradicionales a medios digitales se relaciona con una nueva narrativa que va de lo lineal a lo hipertextual, así como una estrategia eficiente y lógica en la construcción del discurso ciberperiodístico mediante la segmentación, yuxtaposición y conexión entre textos, imágenes y sonidos.
EVOLUCIÓN EN AMÉRICA LATINA Cada día nuevos medios digitales disputan con los tradicionales la atención de las audiencias, con la ventaja del poder que el ciberperiodismo brinda al usuario para interactuar con la información, con el periodista, el mismo cibermedio y otros usuarios, situándolo como eje del proceso comunicativo. Quienes fungían como receptores o consumidores de contenidos son ahora prosumidores (productores+consumidores), como los denomina Ignacio Ramonet, pues contribuyen a la expansión de contenidos -no siempre relevantes-, mediante la producción de video, textos, infografías, gifs, cómics, memes, podcast, entre otros. Esta actividad despega con el surgimiento de las redes sociales digitales. Por años se ha clasificado a las generaciones en función de sus gustos, ideologías y características, segmentación que se relaciona ahora con su forma de conectarse con los cibermedios. Entre la diversidad de criterios y denominaciones, en América Latina destacan: Generación Z, representa 26 por ciento de la población, e incluye la de más de 12 años o nacidos de 2004 en adelante; Millennial, abarca 30 por ciento, está en el rango de 13 a 28 años; Generación X, constituye 27 por ciento y tiene de 29 a 48 años; los baby boomers, 13 por ciento, son internautas de 49 a 68 años; y, sólo cuatro por ciento de la población es clasificado como veteranos, cuya edad supera los 69 años. El cambio en el paradigma de la comunicación y la innovación tecnológica propicia modificaciones en los medios y en el quehacer periodístico; mientras que la masificación de teléfonos móviles facilitó que los usuarios publicaran y socializaran sus propios contenidos en la web, y con ello la gestación del “periodismo ciudadano” o con apoyo de los usuarios; audiencia activa que a su vez impulsa la figura de influenciador social, que llega a competir con líderes de opinión, básicamente periodistas de larga trayectoria. La utilización de Internet cambió entonces el esquema de la comunicación tradicional que prevaleció por décadas, para impulsar la generación de prosumidores y de nuevas prácticas en esta actividad, entre ellas, las siguientes: Periodismo de datos es una práctica en auge, a partir de la obtención, selección, clasificación, análisis, relación, interpretación y visualización de grandes cantidades de información, apoyada en el acceso abierto a variadas e inmensas bases de datos, y de la Web para almacenar, contabilizar y graficar cuanto se publica en la red. Otra variante es el periodismo interpretativo, que impulsa la práctica de los géneros periodísticos, especialmente reportaje y crónica; busca explicar las causas de los fenómenos y sucesos con una perspectiva más humana y motivar la reflexión entre las audiencias. La información de contexto y piezas de análisis consideradas dentro del periodismo interpretativo es altamente valorada, aporta antecedentes y datos que facilitan la comprensión de la noticia. También se desarrolla el periodismo prospectivo, impulsado por la dinámica del ejercicio ético, sustentable y con responsabilidad social; cuando hasta hace poco se consideraba que la principal obligación del periodista era narrar, describir e informar, y quedaba para analistas y expertos la posibilidad de proyectar posibles escenarios. El periodismo drone es un concepto que no convence a todos los profesionales, pues más que un cambio en el ejercicio de la profesión su característica radica en el uso de una tecnología en particular. Cuando se recurre a la producción-recreación de sucesos noticiosos por medio de la realidad virtual y apoyo de videos en tercera dimensión o grabados en 360 grados, se habla de periodismo inmersivo, pues permite a los usuarios sentir y vivir la experiencia del suceso informativo en ambientes simulados, pero sustentados en información relevante y fidedigna. Casi en paralelo al periodismo inmersivo ha surgido la denominada Narrativa Transmedia (NT), concepto equiparable al cross-media, multimodalidad (multimodality) o multiplataforma.  También se asocia con otros conceptos como medios híbridos (hybrid media) mercancía intertextual (intertextual commodity), mundos transmediales (transmedial worlds) e interacciones transmediales (transmedial interactions).  Cada uno intenta describir la misma experiencia: una práctica de producción de sentido interpretativa basada en historias que se expresan a través de una combinación de lenguajes, medios y plataformas.
CIBERMEDIOS LATINOAMERICANOS Esta evolución corrobora que desde la aparición del Internet, hace poco más de un cuarto de siglo, los medios de comunicación de todo el mundo iniciaron una fase de transformación que aún no termina y que tiene, entre sus retos principales, su viabilidad económica ante el cambio de paradigma informativo y el desafío que representan las nuevas audiencias. Al igual que en otras partes del mundo, en América Latina los periódicos, revistas, canales de televisión y estaciones de radio, han hecho un esfuerzo sostenido por adaptarse a los desafíos que aun envuelve la era digital, que en una implacable ley del más apto, ha representado la supresión de centenares de medios tradicionales. De manera similar han actuado las agencias de noticias que han diversificado sus servicios informativos, al tiempo que fortalecieron la cooperación entre ellas, con el objetivo de ofrecer a clientes y usuarios una cobertura diversa y de alcance global. La web 2.0, con las redes sociales como punta de lanza, representó no solo una nueva forma de informar y ganar audiencias sino se tradujo en una inesperada competencia para el periodismo tradicional, que se vio obligado a adaptarse a una nueva realidad que sigue en evolución y no tiene un claro proceso de encontrar un punto final. Han sido 25 años de ajustes, de experimentación, mucha de ella a base de prueba y error, en los que por supuesto hay avances y retrocesos, pero siempre un genuino e inevitable deseo y necesidad de cambio que atienda las demandas de sus usuarios en medios tradicionales y dé cabida a las apremiantes necesidades de las nuevas generaciones digitales, con oportunidad, veracidad, movilidad e interactividad. Esto, se ha entendido muy bien en América Latina, especialmente en países como Colombia, Argentina, Brasil, Chile, México, entre otros, cuyos medios han hecho esfuerzos exitosos en el desarrollo de nuevas plataformas informativas, lo que se ha traducido en una fuerte interacción con sus audiencias y en una mayor variedad de productos informativos. Cierto que un buen número de medios tradicionales, al igual que mucho otros de la era web, han sucumbido y otros más, no encuentran un lugar en el mercado de la información, pero la evolución de los más consistentes es permanente y algunos de ellos, realizan trabajos sobresalientes que los han llevado a ganar reconocimientos  internacionales, pero sobre todo, a marcar pautas en el mundo de la información. Los retos son muchos, en la medida que las nuevas audiencias, entre ellos los millenials, tienen sus propios códigos de entendimiento y por su enorme número en todo el mundo, marcan pautas de comunicación y de preferencias sobre el contenido de los medios, tanto tradicionales como de nueva creación. Y una pauta clara es el consumo, tanto de información como de productos y servicios que ofrecen los medios tradicionales  como los surgidos en la era digital - blogs, sitios web, periscopio, podcast, entre una creciente variedad- se ajusta de manera muy clara a las preferencias del público consumidor, o que también se traduce en el surgimiento de nuevos modelos de negocio. Una voz muy autorizada en la materia es la de Antonio Caño, editor en jefe del periódico El País, de España, uno de los medios más leído y visitado en todo el mundo, quien advierte: “el trasvase de lectores del papel al digital es constante…El hábito de la compra del periódico ha quedado reducido a una minoría. La mayoría de las personas, fundamentalmente los más jóvenes, buscan información en otros soportes y la consumen de manera diferente“. Y advierte: “también en el ámbito digital la situación sigue siendo incierta: La masiva transferencia de lectores de la web a los teléfonos móviles, así como la aparición de nuevos dispositivos portátiles y de amenazas recientes como los bloqueadores de publicidad, junto a otras  más conocidas como la cultura de la gratuidad, hacen muy complejo también el horizonte de los nuevos medios”. En concordancia con lo anterior, es claro que al tener menos lectores, los medios impresos -periódicos y revistas- pierden anunciantes, al tiempo que sus costos de producción y distribución  se mantienen, o peor aún, van en aumento, lo que los hace inviables como modelo de negocio. Algo similar está ocurriendo con la televisión  y radio abiertas, ante el surgimiento de programación la carta y en horarios totalmente flexibles y ajustados a los tiempos del usuario, a lo que hay que agregar la competencia de los sitios web gratuitos y la multiplicidad de blogs especializados en las más diversas actividades de interés para el consumidor. Frente a este reto, se hacen esfuerzos de todo tipo, a efecto de alcanzar un nuevo objetivo: contenidos de calidad en las más diversas plataformas, junto con un modelo de negocio que las haga viables y logre un ideal de buena información y opinión, acompañados de ingresos derivados de una publicidad no invasiva sino que utilice las posibilidades que ofrecen las nuevas plataformas digitales para generar productos atractivos y orientadores de las nuevas y las viejas audiencias. Ese es el reto, desafortunadamente aun no resuelto. Empero, la búsqueda no se detiene.  
IDENTIDAD Y REPUTACIÓN DIGITAL En este contexto, contar con una identidad y una buena reputación digital resulta clave en el periodismo y la comunicación del siglo XXI que derivan del conjunto de rasgos que caracterizan a un individuo o institución en un entorno ecosistémico. En mucho, ésta es la gran diferencia en cómo se elaboraban y difundían mensajes informativos en el pasado reciente con características unidireccionales, dirigidos a un núcleo específico que contrasta con las actuales formas de hacerlo: con alcance global y múltiples plataformas de salida, que además generan respuestas inmediatas. A esta transformación es a la que requieren responder los medios y los periodistas del siglo XXI, independientemente de que sus orígenes en esta labor hayan comenzado décadas atrás, incluso en una época previa a la aparición del Internet. De ahí que al margen de la región del mundo en que se encuentren, los medios y sus profesionales de la información tienen como denominador común desarrollar una actividad llena de desafíos. Más allá de discutir si los periódicos y otros medios tradicionales están en proceso de extinción o no, lo cierto es que el informador actual enfrenta ya el apremio de capacitarse y dominar nuevas formas de comunicación digital, desde generar productos para los web sites, hasta mejorar su destreza en el manejo de herramientas y códigos digitales. Esto conlleva a la necesidad de convertirse en multitask o multitarea, en ser capaz de obtener buena información, producirla, en un esquema multiplataforma que puede partir de textos impresos o no, pero también incluye su habilidad para hacer foto y video al tiempo que genera datos, sonidos e imágenes destinadas a las redes sociales o social media. En mayor o menor medida éste es el reto que enfrentan los medios y los periodistas en el siglo XXI, por lo que es claro que el camino para vencerlos pasa por la capacitación, el conocimiento y el entrenamiento cotidiano. En lo individual, para el periodista su reto es contar historias noticiosas, oportunas, que atraigan la atención de audiencias diversas, lo cual sigue siendo su trabajo, sólo que más que nunca lo debe completar con destrezas como ampliar su capacidad de investigación, tener mayor conocimiento de su país y del mundo, dominar varios idiomas, y generar productos informativos mediante el uso de técnicas y herramientas digitales. Sin duda, en este último cuarto de siglo, el periodismo ya cambió, el periodista también y deja claros los desafíos crecientes que enfrenta la comunicación en esta era. El reto es múltiple, pero en el centro de ello está el desafío de contar historias en un lenguaje periodístico que atraiga y pueda tener públicos diferentes a través de diversos canales de salida, desde los tradicionales hasta los más sofisticados en el mundo digital. Me permito citar un caso específico: en esta transición, Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, ha dado pasos firmes e ininterrumpidos, mismos que apresuró en tiempos recientes con la creación de un ecosistema digital, un modelo propio que tiene como propósito coordinar de mejor manera el trabajo de las distintas áreas que conforman la organización y alcanzar mejores resultados, obteniendo con ello un mayor prestigio y rendimientos para la Agencia. De manera gradual, hemos afianzado una identidad digital que proyectamos a nuestros usuarios a través de la gama de productos que generamos las 24 horas, de cada uno de los 365 días del año.  Esta producción de carácter informativo, que es diversa y novedosa, además de rigurosamente corroborada en la veracidad y oportunidad de sus contenidos, es lo que alimenta la reputación digital de Notimex, que es considerada una agencia líder en América Latina, al tiempo que avanza en su enfoque global, derivado de su producción de noticias y servicios especiales en diversos idiomas. Consecuentemente, con una identidad y reputación digital claramente definidas, la Agencia cumple de mejor manera su labor de informar a públicos diversos dentro y fuera del país, al tiempo que proyecta una amplia imagen de México en el mundo, uno de los propósitos esenciales desde su fundación, hace casi medio siglo. La identidad digital en cualquier medio, permite establecer un punto de encuentro entre éste y sus públicos, de modo que los productos que ponga a su disposición tengan su aceptación, sean atractivos y creíbles, con lo cual abren el camino al establecimiento de una reputación digital. Este aspecto es fundamental en la competencia por las audiencias, sobre todo cuando se trata de monetizar los contenidos, paso fundamental para la subsistencia y el desarrollo de un medio de comunicación en la era digital. Bajo este esquema, el marketing de contenidos se convierte en un concepto estratégico para atender las necesidades informativas y de entretenimiento de las nuevas y, también, de las viejas audiencias. El marketing de contenidos se fundamenta en proporcionar información relevante y de valor agregado, de modo que a través de diversos canales el medio se pueda posicionar en la mente del público usuario y logre una identificación de la marca o el medio que difunde los mensajes. La clave es que, a través de los diversos canales de salida, particularmente las redes sociales, se distribuyan contenidos para posicionar una marca, aumentar el tráfico hacia el sitio web y al propio tiempo, dar a conocer sus productos tanto restringidos como de libre acceso para dejar claro cuál es la información que se comercializa. La obtención de ingresos, independientemente de las características o fuente de sustento económico que tenga un medio de comunicación, es fundamental por dos aspectos incontrovertibles: refleja la identidad, reputación y aceptación que tienen sus productos y, le da viabilidad tanto en el corto como en el mediano e incluso largo plazo. Este aspecto es particularmente importante, en un momento en que la era digital permite el surgimiento de una multiplicidad de medios, lo cual en muchos casos genera confusión en los usuarios respecto a la veracidad y la confiabilidad de sus contenidos. En América Latina, al igual que ocurre en otras partes del mundo, surgen y desaparecen medios de comunicación que utilizan desde plataformas básicas hasta muy sofisticadas en su proceso de ganar audiencias y abrirse espacios en el mundo de la comunicación. De ahí que la identidad y la reputación digital son elementos consustanciales no solo al surgimiento del desarrollo y la permanencia de un medio, sino también a su capacidad para que sus planteamientos informativos tengan aceptación y alcancen un buen nivel de influencia.  
CONSIDERACIONES FINALES Cuando aparecieron los libros electrónicos hubo quienes pensaron que las ediciones impresas desaparecerían, y lo mismo se dijo de los periódicos cuando surgieron las páginas informativas en la web; la realidad es que los libros y los periódicos impresos permanecen, y tal vez no desaparezcan completamente, pero es un hecho que las nuevas generaciones pasan cada vez más tiempo expuestas a Internet mediante diversos dispositivos móviles: computadoras y teléfonos inteligentes, lo que obliga a los medios de comunicación a continuar innovando sus productos y servicios para mantenerse vigentes. Garantizar la adaptación y transformación en los métodos de trabajo de los periodistas que viven la transición digital, también representa un desafío para los grupos de comunicación, ya que tienen que generar cambios en los hábitos de sus equipos para producir contenidos más relevantes, creativos, necesarios e innovadores. Contar con tecnología avanzada y audiencias más demandantes obliga a conseguir ideas más originales, brillantes y a desarrollar nuevas competencias para contar y distribuir mejor las historias a un público más diverso, escéptico y deseoso de participar. El desarrollo de medios digitales propició cambios en el mercado laboral de la información. Las organizaciones periodísticas demandan de sus colaboradores nuevas habilidades, conocimientos y actitudes que faciliten cubrir y difundir la información desde el lugar del suceso; tomar fotografías, grabar audio y video para alimentar al medio y todos sus canales de salida, para facilitar al usuario el acceso desde los variados dispositivos móviles: el periodista multitasking. Digitalizar el periodismo representa también abrir puertas a profesionales de la informática, el diseño, a gestores de sitios online; aunque las previsiones apuntan que hacia 2026 los comunicadores, más que empleos como reporteros tradicionales, orienten su trabajo a labores de social media managers, productores de contenido web, diseñadores multimedia o gráficos y editores en línea, así como a puestos de analistas de datos y algoritmos, productores de realidad aumentada, desarrolladores de bots, o gestores de plataformas, entre otros. Pronósticos del Instituto Reuters indican que irán en aumento las producciones verticales en video, la narración inmersiva, formatos 360 grados y cobertura en vivo, así como el uso de la realidad virtual. En contraste, los desafíos de audiencia, credibilidad y comercialización que enfrentan  los medios tradicionales y digitales, plantean el reto de hacer sostenibles y viables sus operaciones bajo los principios de independencia e imparcialidad y, especialmente, sostenibilidad. Esto ha sido bien entendido por los medios tradicionales, pero sobre todo por los de nuevo cuño en América Latina, donde incluso hay un boom de sitios digitales que abordan una amplia y diversa temática a efecto de llegar a públicos tradicionales y también a nuevos usuarios de las redes de información. Sin embargo, como apuntábamos en la hipótesis central de estas reflexiones, el reto es diverso: de un lado, transformar a esta multiplicidad de opciones en medios creíbles y de creciente aceptación; de otro lado, y no menos importante, alcanzar la viabilidad económica para su permanencia mediante el establecimiento de canales de comercialización de las nuevas audiencias, de modo que los haga sustentables y, por lo tanto, independientes y comprometidos con sus consumidores.  Es un reto no menor, y que en esta época constituye un desafío tanto para los medios tradicionales como los que cada día emergen en sus más diversas manifestaciones en el mundo digital. Tras esta reflexión sobre el panorama de los medios de comunicación en América Latina en los últimos 25 años, es importante destacar que la Casa de América, inaugurada el 25 de junio de 1992 por los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, ha sido un testigo y referente de esta transformación. Han sido muchos los escritores, políticos, economistas, cineastas, académicos, pensadores y artistas que han compartido sus conocimientos y sus ideas con el público y con los periodistas que se han dado cita en el Palacio de Linares, donde está ubicada, pero también ha dado voz a los representantes de los medios de comunicación de diversas partes del mundo y propiciado el debate en estos tiempos de transformación. La Casa de América, independientemente de contribuir a dotar de información a los periodistas, ha sido en estos 25 años el altavoz de sus preocupaciones y un gran apoyo en esta nueva era digital que nos toca vivir. Felicidades, que el trabajo exitoso que realizan quienes la integran, continúe por muchos años más.  

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